El cuento de la mayoría

14/09/2017

Joaquín Pérez Azaústre.

Es cierto que la mayoría del Parlament es independentista. Lo es gracias a que la ley electoral le proporciona esa posición democráticamente, como es bien sabido y repetido hasta la agotadora saciedad. Pero si de verdad preocupara tanto a quienes la proclaman la voluntad del pueblo catalán, se repararía en el pequeñísimo detalle de que en las últimas elecciones autonómicas el voto a partidos no independentistas superó el voto a partidos independentistas. No niego, en absoluto, la legitimidad democrática del Parlament. Pero sí denuncio el uso torticero de una ley electoral ventajista para usurpar, falsamente, la presunta conciencia de una población. Insisto: sólo hay que revisar los votos de las últimas elecciones catalanas y comprobar el hecho de que el número de votos a partidos no independentistas superó a los independentistas. Se le quiso dar un carácter plebiscitario, y en ese sentido los partidarios de la ruptura unilateral con España lo habrían perdido. Luego, claro, se acogieron a la ley electoral -española, por cierto: ahí no ha habido interés en cortar lazos- para atribuirse la representación de la mayoría. Parlamentaria, sí. Pero no ciudadana. El procés pasa por encima de ese pequeñísimo detalle, que debería ser tomado en cuenta en un planteamiento cabal de la situación.

Dicho lo cual: si para hacer valer mi posición tengo que vulnerar los derechos ajenos, ahí hay una decisión moral. Sobre eso es sobre lo que se ha pronunciado Joan Coscubiela. Si eliges vulnerarlos, si eliges pisarlos, estás más cerca del fascismo que de cualquier ideal. En democracia, las formas también son fondo. Y mucho habría que hablar sobre la intransigencia de quienes sólo han gobernado para una mitad de la población. ¿Consistirá la nueva república catalana en expulsar a la otra mitad? Es lo que pasó el jueves en el Parlament, pisoteando a sus representantes, ignorando a la Comisión de Garantías Estatutarias y desoyendo a los propios letrados del Parlament.

He tenido esta conversación con varios independentistas. Siempre que escucho la cantinela de que la mayoría de los catalanes quieren la independencia, y por tanto el referéndum, respondo, una vez más, que en las últimas elecciones autonómicas catalanas, a las que quisieron dar pulso plebiscitario, la mayoría de los votantes se decantó por partidos no independentistas. Es decir: por partidos españolistas. Es más: por partidos que no se quieren mover de España, ni de la Unión Europea, y a los que les parece un disparate todo este procés convertido en única política de la Generalitat.

Pues bien: dices esto y no te responden. Miran hacia otro lado o cambian de tema. O vuelven con la mayoría parlamentaria. O con el agravio histórico. O dicen democracia y libertad, como si por nombrarlas machaconamente se viviera de verdad en ellas. Según esas elecciones, más de la mitad de los catalanes no quiere irse de España. Pero eso le da igual a JuntsPelSí y la CUP. Para qué detenerse en nimiedades, como los derechos de la mitad de la población, si das un golpe de Estado.

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