Muchos tienen la sensación (y no solo en Catalunya) que el Gobierno, para impedir el referéndum, se ha pasado de frenada. Ya no se trata de impedir que los catalanes no puedan votar el primero de octubre sino que para que este objetivo se cumpla están vulnerando derechos fundamentales.

El aeropuerto de Barcelona sufrió este verano un grave colapso, primero por la falta de personal en el control de pasaportes y luego por una huelga. El Gobierno tardó semanas en solucionarlo por falta de efectivos. Ahora han trasladado a Catalunya centenares de policías y guardias civiles, se podría decir que sólo falta la cabra de la legión, con el objetivo de impedir que los catalanes voten.

Pero en este intento han llegado a incautar una revista por que incluía una pancarta con la desestabilizadora palabra “Democracia”, fuerzas de la benemérita se han dedicado a visitar medios de comunicación, la fiscalía ha encausado además del Govern y parte de la mesa del Parlament a más de setecientos alcaldes amenazándolos con detenerlos, sin tener en cuenta que si los inhabilitan, los que los sustituyan, seguirán con los mismos planteamientos. Ahora la misma fiscalía amenaza a emplumar a los voluntarios (más de veinte mil) y los que participen en esta consulta de una u otra forma, mientras se prohíben conferencias o se bloquean webs.

La actuación del PP y de sus socios de Ciudadanos (que por cierto las condiciones que pusieron para apoyar el pacto de investidura no se ha cumplido ni una) no es de extrañar que bendigan todas estas actuaciones. Sorprende más la actitud del PSOE que junto su legitima postura de oponerse a este referéndum no vaya acompañada por la denuncia de los abusos que se están cometiendo para impedirla. Es un problema de democracia y libertades.

En este envite es previsible que muchos se dejen muchas plumas e incluso que algunos se jueguen su sillón (sólo cabe imaginar que pasaría si pese a todas estas medidas represivas el 1-O los catalanes votan masivamente). Y si la consulta resulta un fracaso por las medidas represivas el problema seguirá sin solucionarse y seguirá habiendo miles de catalanes que se seguirán sintiendo incómodos de pertenecer a España.