La batalla se venía preparando desde hace tiempo bajo tierra, pero ha sido ahora en medio de la mayor crisis económica de las últimas décadas y con la perspectiva de un cambio político cuando se ha manifestado en toda su crudeza. Los empresarios quieren tener las manos lo más libres posibles para contratar, despedir y flexibilizar su producción.
Como ha dicho hoy mismo el vicepresidente de la CEOE y presidente de Confemetal, Javier Ferrer, «no podemos admitir una mayor participación de los sindicatos en las decisiones de las empresas». Para Ferrer es fundamental mejorar esa flexibilidad interna y en este sentido cobra importancia el problema de la ultraactividad (puesta a cero de todos los conceptos incluidos en el convenio) algo que «ha atado bastante las manos» a los empresarios «a largo de 34 años». Y ahora que «han cambiado las condiciones de trabajo”, sería importante “cambiar la ultraactividad».
Más contrataciones
Entienden los empresarios que con esta flexibilidad y medidas que reduzcan el coste del despido, las empresas se animarían a contratar más ya que se podrían adaptar mejor a las circunstancias del mercado y aumentar o reducir personal en función de los ciclos. De otra manera no se puede entender la propuesta de la patronal madrileña de CEIM de insistir en la necesidad de crear un único contrato con 20 días de indemnización, el descuelgue con carácter general de los convenios o hasta la imposición de plazos para negociar los convenios, eliminando la denominada ultraactividad.
Se trata del modelo ideológico liberal que se ha impuesto en los últimos años en gran parte de la estructura empresarial española y otros ámbitos sociales y políticos de la sociedad. Pero con este modelo surge inevitable unaegunta. Si la empresa tiene aún más poder de regular las condiciones laborales ¿Dónde quedan los derechos y garantías de los trabajadores? Para muchos será el mercado el que con una mayor oferta de empleo regule esta situación permitiendo que los trabajadores más productivos vayan pasando de una empresa a otra que le ofrezca mejores condiciones. Pero en la actual situación y con abundante ano de obra para contratar debido a los cinco millones de parados ¿Será posible?
Menos derechos
Para los sindicatos la respuesta está clara: No En cambio, se producirá una pérdida de derechos y sin la garantía sindical detrás de los trabajadores, las condiciones laborales se deteriorarán más. En el fondo, vienen a decir, lo que los empresarios buscan es un mercado de trabajo hecho en función solo de sus intereses.
UGT y CC.OO. saben que los empresarios de esta línea no están solos, sino que cuentan con el respaldo de muchos gobiernos europeos y organismos internacionales que presionan por una mayor liberalización del mercado de trabajo. Y cuando hablan de interferencias políticas que ha arruinado la negociación no se refieren a que el PP haya influido directamente sobre la patronal CEOE para romper el acuerdo sino a que determinados sectores empresariales ideológicamente próximos al hoy partido de la oposición piensan que los populares se van a decantar por sus posturas y no les importa esperar al cambio de gobierno.
También son conscientes de que han tenido una pérdida de imagen y que la crisis les ha pasado factura porque su alineamiento ideológico con la izquierda que representa el PSOE ha provocado que muchos ciudadanos les hayan visto más cercanos a Zapatero a quien culpan de la crisis económica que a los intereses de los trabajadores.
Pero como decía hoy UGT, el marco español de relaciones laborales se basa el sistema de solidaridad de tal manera que los resultados de los acuerdos alcanzados por los sindicatos en el diálogo social o los obtenidos en una huelga se aplican al conjunto de los trabajadores y no a los afiliados sindicales. Y de ahí la importancia del papel e influencia de las centrales sindicales para el conjunto de los trabajadores.
Gobierno y PP
Mientras tanto el Gobierno intenta mantenerse en una postura de difícil equilibrio y el Partido Popular de momento trata de no pronunciarse. El Ejecutivo socialista se ve presionado por Europa y la crisis para flexibilizar el mercado de trabajo pero ideológicamente se siente más cerca de los postulados de mantener el actual modelo de influencia sindical en la fijación de las relaciones laborales. Por ello su postura es reformar para contentar a unos (UE, organismos internacionales, mercados etc, empresarios) sin molestar demasiado a otros (la izquierda que es su base electoral).
Por su parte, el Partido Popular espera sin que su líder Mariano Rajoy se decante claramente por un lado u otro. Hay quien piensa que el PP tiene una agenda oculta que incluiría una reforma laboral más agresiva, pero de la boca de Rajoy no ha salido ni una palabra que le pueda comprometer en este sentido u otro. Sabe que una expectativa escorada hacia un lado de la balanza levantaría más ampollas en la izquierda que ahora ha abandonado al PSOE y que podría verse tentada a volver al terreno socialista.
De momento y con este panorama nadie quiere dejar ver sus cartas claramente, aunque unos y otros quieren alargar la partida hasta que vean claro el triunfo para ponerlas sobre la mesa.
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