Los datos deberían abrirnos los ojos hasta que todos, la inmensa mayoría, digamos al unísono ¡¡¡basta!!! En 2008 comenzó la peor crisis económica de la historia, incluso más grande y perniciosa que la de 1929. El resultado: bancos rescatados, un paro estratosférico y pérdida de derechos y sueldos de miseria para la mayoría. Pero ahora descubrimos que a algunos no les ha ido tan mal. Todo lo contrario. El informe Mundial de la Riqueza (World Wealth Report 2017) que elabora Capgemini nos acaba de desvelar que el número de ricos en España ha aumentado casi un 60% desde 2008. Es más: que las grandes fortunas en el mundo y la riqueza que concentran el nivel más alto de la historia.

¿Cómo es posible, además de indignante? La realidad es que en 2016 había más de 202.000 millonarios en España, un 5% más que un año antes y, ¡ojo al dato!, un 60% más que en 2008, año en que estalló la crisis. La consultora de servicios de tecnología, consultoría y externalización que ha realizado el informe justifica este aumento (aunque convence poco, también hay que decirlo), porque las firmas de gestión patrimonial consiguieron una rentabilidad del 24,3%. Y como consecuencia de ello, tanto la población de millonarios como el volumen de riqueza que concentran marcan nuevas cifras récord. Vamos, que los pobres de solemnidad o los que llegamos a duras penas a final de mes, como los tipos de interés están con signo negativo, ni podemos aspirar a que nos rente un solo euro lo que poquito que tenemos en el banco, mientras los grandes patrimonios multiplican por casi un 25% lo invertido.

Si se mira la evolución de los ricos en todo el mundo, resulta que en 2016 su número creció un 7,5% mientras que el volumen de la fortuna que manejan se elevó un 8,8%. Las previsiones apuntan a que en 2025 los ricos acapararán los 100 billones de dólares. En España alcanzaron la calificación de “millonario” un total de 9.600 individuos más, hasta alcanzar los 202.200, frente a los 127.100 que había registrados en 2008. Lo que decía, un 60% más de millonarios en ocho años, precisamente los peores que hemos tenido que vivir el resto de los ciudadanos del país. Cifras y datos que llevan a colocar a España como el decimocuarto país del mundo con más número de millonarios, y el séptimo europeo. Y todo parece indicar que en los próximos años les irá mucho mejor al irrumpir en los mercados las denominadas Big Techs para gestionar los patrimonios, que ofrecerán más eficiencia, transparencia, innovación y excelentes capacidades digitales. O lo que es lo mismo, más rentabilidad, como si el 24,3% obtenido en 2016 fuera poco.

Estas son las conclusiones principales del informe de Capgemini. Pero lo que se desprende de ellas nos lleva a pensar que la redistribución de la riqueza es cada vez más desigual y que de alguna forma y en algún momento la situación debe estallar, porque estamos permitiendo construir una sociedad cada vez más injusta.

Los ricos no tienen ningún límite para seguir acaparando riqueza, mientras que los que viven de un mísero salario parecen que han nacido con un tope fijado de antemano y las escasas subidas salariales se logran a base de protestas y a regañadientes. Las economías están creciendo con ritmos precrisis, pero no podemos olvidar que una de las principales consecuencias de los más de seis años de crisis que vivimos nos hizo más pobres a la inmensa mayoría de los ciudadanos, llevando incluso a bastantes a la pobreza y exclusión social. Se superaron los seis millones de parados, cayó estrepitosamente el número de parados con cobertura de desempleo y los empleos que empezaron y siguen apareciendo son cada vez más precarios y con mucho menor sueldo. Y ante tanta miseria, el número de ricos sigue aumentando y cada vez tienen más riqueza.

Con el pretexto de salvar a las empresas, a éstas se las consistió despedir a quienes quisieran, mucho más barato y sin dar muchas explicaciones. Unas condiciones que, aún con la economía creciendo por encima del 3% y con los beneficios empresariales logrando los dos dígitos porcentuales de crecimiento, se mantienen. Pese a las críticas sindicales, de trabajadores, pensionistas, parados y hasta de los partidos de izquierda, no parece que nadie tenga prisa en cambiarlas. Y si no se cambian, ya sabemos, el número de ricos seguirá creciendo y el volumen de dinero que manejan será más que insultante… porque para que cada vez haya más ricos, la lógica demuestra que se necesita que cada vez haya más pobres. El dinero no se puede estirar como el chicle y la riqueza que se va creando sólo va para unos pocos, los que más tienen.