Memoria histórica

07/06/2011

Daniel Serrano.

“Francisco Franco no fue un dictador, es que tenía un carácter fuerte”, segúnel Diccionario Biográfico de la Real Academia de la Historia. La ironía circulaba estos días por la red a cuenta de la polémica suscitada por el tufillo revisionista que tan magna obra ha desprendido en cuanto se han abierto sus páginas. Este país no tiene arreglo. Somos incapaces de concretar un acuerdo de mínimos con el que vertebrar un relato de nuestra Historia reciente. A la mínima oportunidad, el trabuco del abuelo requeté sale a relucir y la Historia se reescribe al modo franquista de nuevo. Sólo la terminología de la que se echa mano en el Diccionario de marras es para salir corriendo: Gloriosa Cruzada, rojos, sucesos del 23-F… Lo de la Memoria Histórica será, seguramente por los siglos de los siglos, una asignatura pendiente imposible de consensuar.

Así que toca quitarnos el mal sabor de boca del Diccionario Biográfico y los seis millones de euros invertidos en él (por cierto ¿en qué?, teniendo en cuenta que algunas de sus biografías –Bibiana Aído, miembros de la Casa Real- están directamente extraídas –corta y pega- de páginas ministeriales o proporcionadas por Zarzuela). Toca endulzarse el paladar, decíamos, y para tal enjuague resulta de lo más pertinente la lectura de A sangre y fuego. Héroes, bestias y mártires de España, volumen de crónicas de nuestra guerra civil firmado por Manuel Chaves Nogales.

De unos años para acá, Trapiello, Muñoz Molina y algunos otros han recuperado del olvido a Chaves Nogales, periodista excepcional y demócrata a machamartillo en una España que se aprestó a la barbarie con enorme alegría a izquierda y derecha. De hecho, este A sangre y fuego es el testimonio literario asqueado de alguien que se define como “pequeño burgués, liberal, ciudadano de una república democrática y parlamentaria”. Ese es su credo y cuando la guerra se enfanga en un tira y afloja totalitario, Chaves Nogales, decide largarse tras haber cumplido con su obligación cívica y haber contribuido generosamente a la defensa de la República. Se exilia a Gran Bretaña para no volver y allí su gloria literaria se diluye. Hasta hoy, cuando sus textos se reeditan y apreciamos la inmensa altura de sus crónicas.

A sangre y fuego es un puñado de relatos de guerra literariamente excepcionales y valiosísimos también como testimonio de aquella matanza cuya larga sombra aún hoy nos llega. Cuesta creer que en 1938, en medio de un entendible frentismo sectario, un hombre como Chaves Nogales lograse mantenerse íntegro, con la cabeza clara en medio de las bombas, los fusilamientos y la violencia ciega.

Chaves Nogales nos muestra la mezquindad violenta de los milicianos procedentes del lumpemproletariado, la ineficacia de las tropas rojas en cuyas filas, sin embargo, se producen súbitos arrebatos de heroicidad, la brutalidad de los señoritos que matan gitanos con la despreocupación de quien dispara a un perro sarnoso, la aventura española de los guerreros moros de Franco, la cobardía de tantos, el mero afán de supervivencia junto a la disposición al martirio.

Hay episodios en este libro de una belleza sublime, escenas cinematográficas, de gran western. La gesta de los caballistas es una obra maestra que recuerda (sé que sonará raro pero es así) al mejor Peckimpah. Como también tiene una épica crepuscular y conmovedora ese otro relato donde se nos presenta a un oficial republicano abandonado por sus hombres, harto de huir, aguardando en solitario la llegada del enemigo fascista, decidido a morir con dignidad, combatiendo, en medio de un pueblo fantasma.

O esos momentos en los que Chaves Nogales nos transmite la cotidianidad absurda de toda guerra: “De la guerra y la revolución –pensaba (el miliciano)- lo peor es el sueño que se tiene siempre. (…) Había que ganar la guerra aunque sólo fuera para poder dormir”. También la guerra es eso. El fastidio de no poder dormir.

En fin, no me alargo más. A sangre y fuego sí que es Memoria Histórica y de la buena. Frente al conservadurismo gagá de la Real Academia de la Historia y la tendencia de la izquierda a cierto maniqueísmo de folletín, Chaves Nogales compone un paisaje devastado donde, como se dice en el propio subtítulo, héroes y bestias comparten destino.

A sangre y fuego. Héroes, bestias y mártires de España. Manuel Chaves Nogales. Libros del Asteroide. 284 páginas.

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4 pensamientos en “Memoria histórica

  1. Querido Daniel, Estaba por escribirte cuatro líneas en las que me preguntaba por las similitudes entre la terminología usada por el bendito Diccionario y algunas de las frases que utilizas tú en la crítica al libro de Chaves Nogales, pero va a parecer que te tengo manía y, con razón, me acabarás diciendo que no venga más a leerte. O sea que me limitaré a enviarte un saludo desde la lluviosa (al menos, estos días) Barcelona. Arreveure.

  2. No fastidies, Junichiro, sigue acudiendo a leer mis dispersiones literarias, la pelea siempre viene bien. Por cierto, ya estoy en Twitter (más vale tarde que nunca): danielserrano00 es mi santo y seña

  3. Pues yo, hoy, estoy cansada de pelear. No te comparto Dani. Pero no pasa nada. Sencillamente, que no te comparto. Se ha dejado pasar tanto tiempo para dejar paso a la Memoria Histórica, que los testigos vivos de aquella Historia, han ido muriendo. El boca a boca, es el que ha seguido contando la Historia, y la Historia depende de quién y cómo la cuente. Franco fue un dictador y si en España hubo una guerra, fue una guerra Incivil. ¡Y que no nos quieran dormir con más cuentos!.
    Evidentemente cuesta mucho ponerse de acuerdo, porque los que vencieron intentar seguir convenciéndonos.
    No me gustan las guerras, y no quiero leer sobre ellas. Disfruta del fin de semana. ¡Salud!.
    Carmen.

  4. Estimado lector disperso:

    Aún ando reponiéndome de la intensidad de algunas de estas nueve historias. Digiriendo algunas frases que me ha revuelto el cuerpo y me ha dejado paralizada y desarmada.

    1.- “En el casco de la ciudad los aviones hacen carne siempre”
    2.- “En la guerra no se administra el sentimiento con la misma largueza que en la paz”
    3.- “Es el miedo el que da la medida de la crueldad”
    4.- “Erguida en la techumbre de uno de los camiones estuvo desafiándole una figura de miliciano fina y breve que se mantuvo inhiesta mientras las demás se aplastaban contra la tierra. ¿Era ella? / De lo único que estaba seguro era de que la última ráfaga de su ametralladora la tiró a tierra”
    5.- “Con el corazón no basta. Faltaban armas y disciplina”
    6.- “Aquella misma noche, entre el ruido siniestro de las descargas y los gritos ahogados de los que sucumbían, las pobres mujeres de Sanbrian tomaron a sus hijos de la mano… Los centinelas tiraban al bulto contra aquellas sombras fugitivas. Algunas de ellas cayó atravesada por un balazo y hasta que fue de día estuvo a su lado una criatura que lloraba a la noche inmensa sin atreverse a soltar la mano crispada que poco a poco se le iba quedando fría entre los deditos tiernos”

    La guerra posee una manos largas y brutales, lo dice la historia, y en este caso lo dicen las historias que hasta las páginas de este libro de micronovelas ha traído Manuel Chaves Nogales. Están las bestias, los héroes y los mártires prometidos dibujados como aquel miliciano que escondía un secreto bajo las líneas inventadas por el miliciano Arnal. Un libro demoledor que a pesar de ese adjetivo te atrapa y va robándote el oxígeno mientras dura. Empecé a leer hace un par de días y desde entonces me he sentido como cuando era pequeña y a escondidas durante la siesta en lugar de entregarme al sueño, que los mayores querían para mí desde las salas contiguas, me entregaba al sueño que ofrecían muchos libros. Entonces no se podía perder el tiempo porque la siesta, si era capaz de burlar la vigilancia materna, duraba muy poco. Hoy gracias a ti he vuelto a yacer al lado de Julio Verne, en este particular “Viaje al centro de la tierra” que ha construido Chaves Nogales para nombrar a ese particular abismo que alimenta a todas las guerras.

    Nueva delicatesen. Gracias y saludos cordiales.

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