Arde California

13/10/2017

Joaquín Pérez Azaústre.

Arde California como el sol del desierto. Arde con 21 incendios activos, con 31 muertos y 72.800 hectáreas reducidas a cenizas. Arde el cine que arde, arde Los Ángeles, arde Hollywood. Arde California. Hay un fuego más grave aún que los demás: el de Santa Rosa, sólo a 90 kilómetros de San Francisco, con 13.800 hectáreas arrasadas. Cruzas el puente de San Francisco, su estructura metálica de asombro con la piel rojiza bajo el cielo nítido, y en la bahía huele a humo. El cielo se tamiza con una nube oscura, con repunte cobrizo, que se va extendiendo sobre los edificios. De pronto hay una noche eterna como el fuego que parece no apagarse nunca. El Ayuntamiento recomienda no salir a la calle, no hacer ejercicio al aire libre, que tanto los niños como los viejos permanezcan en lugares cerrados, porque la respiración se ha vuelto venenosa. También en San José, la vieja capital de Silicon Valley, como en Sonoma y Napa, donde las vides tiemblan bajo el humo de pavesas durmientes sobre las cepas.

“Hemos tenido grandes incendios en el pasado. Este es uno de los más grandes, de los más serios. Y no se ha terminado». Lo ha dicho Jerry Brown, el gobernador de California después del Terminator Arnold Schwarzenegger. Si se consultan los alarmantes datos del Cal Fire, el Departamento de Forestación y Protección de incendios, estamos ante el incendio más devastador desde que comenzaron los registros, con nada menos que 8.000 bomberos contra 22 fuegos activos en toda California. El más alarmante, en el pasado, fue el de Oakland Hills, en Alameda. Era 1991 y el mundo era otro, quizá más habitable, pero se consumieron 2.900 estructuras y murieron 25 personas. Siendo el más terrible del que se tiene constancia, no hay comparación con el actual, que aún no ha terminado y no se sabe hasta dónde puede seguir reproduciéndose. Como ha dicho Ken Pimlott, jefe de Cal Fire: “Habrá más incendios en los próximos días. Es una situación impredecible. Es unas situación muy seria, crítica y catastrófica”.

Nada menos que 20.000 los evacuados y 31 muertos, con Sonoma totalmente evacuada. En fin, un horror cercano no ya en el imaginario más cercano, sino en la vida dura que palpita y nos hiere debajo de los ojos. Pero fíjense: cuando he comenzado a escribir el artículo no me ha salido, en la primera frase, “Arde California”, sino “Arde Cataluña”, de manera espontánea. Asociación de ideas, sí. Pero también una consecuencia lógica del mazazo de la actualidad con su incendio de plomo salvaje en los oídos. Es uno de los principales logros de cualquier nacionalismo: volver nuestra mirada más pequeña, mucho más local, y también nuestro mundo.

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