Hace años que muchos sectores reivindican la reforma de una Constitución que manifiestamente está obsoleta. Ahora los socialistas han logrado que el PP acepte su propuesta tras crear antes una comisión en el Congreso para estudiar la reforma del modelo territorial.

Cuando hace más de diez años alguien planteaba esta misma reforma recuerdo que Julio Anguita aseguraba que “tal como van las cosas si se cambiara será para peor”. Si tenemos en cuenta los protagonistas de la iniciativa socialista la afirmación del ex dirigente comunista puede convertirse en realidad.

Ahora pretenden resolver el problema catalán reformando dentro de muchos meses la carta magna tras un largo periodo previo de incubación. Pero la voz cantante de esta reforma está en manos de partidos poco proclives a contemplar el problema político que ahora plantea Catalunya y en otros momentos lo ha protagonizado el País Vasco.

Esperar que partidos como PP, PSOE o Ciudadanos -que son los que tendrán los votos necesarios si esta reforma sigue adelante- puedan ofrecer una reforma aceptable para los catalanes es ilusorio. Los demás partidos serán convidados de piedra y además, pueden ocurrir que los partidos independentistas se desentiendan de todo este proceso y se nieguen a participar. Es más que problemático que el texto resultante que se ha de someter a referéndum sea avalado por una mayoría de ciudadanos catalanes.

La propuesta socialista avalada por el PP y Ciudadanos puede permitir ganar tiempo para seguir mareando la perdiz, pero no hace falta ser adivino para concluir que es un camino estéril para ofrecer una fórmula en la que los catalanes se puedan sentir cómodos en España.