En Velintonia se sabía todo

29/10/2017

Miguel Ángel Valero. Fernando Delgado realiza, en torno a la casa madrileña de Vicente Aleixandre, un ejercicio de "cronista de cercanía" y de memoria en torno a los exilios.

Cuenta Fernando Delgado en «Mirador de Velintonia. De un exilio a otros (1970-1982)» (Fundación José Manuel Lara, 225 páginas) que para Francisco Ayala «el peor de los exilios era el de los que se habían quedado». También cuenta que Juan Marichal, otro exiliado, afirmaba que «regresar del exilio es casi siempre sufrir un nuevo exilio».

Y cita a Marcel Proust: «la memoria es como un obrero que trabajar para establecer cimientos duraderos en medio de las olas».

En esa peculiar e inclasificable obra en torno a la casa madrileña de Vicente Aleixandre, Fernando Delgado recurre a la memoria personal para hablar de los exiliados, los de fuera y los de dentro, que fueron reintegrándose a la vida colectiva española entre el franquismo agonizante y los inicios de la democracia.

Destaca que Velintonia era un ejemplo de tolerancia en una España que sufría el drama del exilio. En este sentido, la obra de Fernando Delgado es también un libro sobre el exilio y su valor, el del que se fue de España y el del que se quedó, y sus diferentes percepciones.

En Velintonia, allí «donde se sabía todo», escucha Fernando Delgado las voces del pasado. En ese lugar para los recuerdos, «uno de los domicilios del sueño», el escritor y periodista canario ejerce de «cronista de cercanía» en torno a Vicente Aleixandre, un hombre «muy celoso de los secretos» y a todos los que visitaron su casa en aquellos años.

En la entrega del Premio Nobel de Literatura al poeta español, el académico sueco Karl Rgnar Gierow destaca que «Aleixandre ha sobrevivido al régimen, incluso psíquicamente. No se sometió nunca».

Vicente Aleixandre solia repetir que «el poeta que nunca ha sufriodo será un poeta alegre, pero será un poeta superficial. Y recuerda Fernando Delgado que «el dolor lleva a veces al silencio».

Entre las reflexiones de Fernando Delgado en torno a nuestro laureado poeta, una que viene al pelo sobre el conflicto de Cataluña: «la identidad no es sólo un asunto de banderas y de grandes palabras o principios, sino más bien de empeños individuales y colectivos que crecen sobre los cimientos de la memoria«.

Advierte Fernando Delgado «para que los fantasmas feroces no se apoderaran más de los espacios de nuestro patrimonio». Porque «no hay fantasma oscuro totalmente erradicado nunca».

Ojalá el libro de Fernando Delgado nos ayude a todos a hacer caso a Thomas Mann: «Haber sobrevivido a la barbarie totalitaria habría debido llevarnos a la promesa de nunca más meternos por esos caminos».

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