Pensionista que al mundo vienes

08/11/2017

Luis Díez.

 

Como si el tiempo se hubiera detenido cuando Zapatero congeló las pensiones (y los sueldos públicos) en 2010, la ministra de Empleo y Seguridad Social, Fátima Báñez, ha vuelto a invocar el pasado para soslayar el futuro de los pensionistas. Le preguntó el socialista Miguel Ángel Heredia si piensa proponer alguna medida ante la alerta de la OCDE sobre la pobreza que aguarda a los futuros pensionistas, con una bajada media del 30% sobre las retribuciones actuales, y contestó ella que el único en este país que congeló las pensiones fue ZP y que con Rajoy «han subido todos los años». Y por si fuera poco, dos millones y medio de pensionistas que no alcanzan el nivel básico para tener derecho a su percepción mensual cobran porque el Gobierno ha subido los complementos a mínimos, algo que solo ocurre en cuatro países de la UE.

A partir de ahí Báñez no dijo ni mu sobre la cuestión, es decir, ¿qué ocurrirá con los futuros jubilados? ¿Podrán sobrevivir con la paga del sistema público de pensiones contributivas? Ni la ministra lo sabe y, lo que es peor, no quiere saberlo. Me contaba el diputado aragonés León Buil, buena persona, amigo de Adolfo Suárez y excelente abogado, que no pocos pueblos y ciudades de España se registraba un fenómeno tan oculto como lamentable: en cuanto las personas mayores, los abuelos, dejaban de trabajar, empezaban a comer menos y menos y acababan sus días consumidos. La creencia generalizada de que no necesitaban comer porque ya no trabajan, llevaba a muchos a morir de hambre.

Los pensionistas han sido durante la crisis el sostén familiar de cientos de miles de familias en las que el desempleo ha hecho estragos. Esto lo sabemos todos, incluso Mariano Rajoy, que ha llegado a alardear del mantenimiento de «la red básica de solidaridad», como si el dinero de las pensiones saliera de los evasores y especuladores y no del sudor de los trabajadores. Pero tras la modificación del índice de cálculo, las pensiones suben el 0,25% y la inflación un punto y medio o dos puntos y la transferencia de capital de la caja de los pensionistas por vía de hecho alcanzará este años los 30.000 millones de euros para cubrir el déficit público del Estado. Se está transfiriendo el déficit al sistema de Seguridad Social después de agotar el fondo de reserva.

La descripción de un minuto del socialista Heredia fue certera: a los pensionistas les suben el IVA, el IBI, la luz, el agua, los productos alimentarios, los medicamentos… Los que se jubilen ahora perderán un 30% de capacidad adquisitiva y gran parte de ellos acabarán sus días cual pobres de solemnidad. Hasta el FMI recomienda adoptar decisiones para que no ocurra lo que otros organismos económicos internacionales pronostican. Pero el Gobierno de Rajoy, turris burris; tiene su propia «hoja de ruta», como se dice ahora, su brújula señalando al sector privado, es decir, que cada cual tome nota y deposite (si puede) parte de su sueldo en un fondo privado de previsión. Y lo que vale para las pensiones, vale también para la sanidad y la enseñanza, aunque gradualmente, despacito, poquito a poco, sin que se note demasiado. En eso está la derecha española y las demás derechas europeas, resueltas de una vez por todas a liquidar, limpiar, borrar de la memoria colectiva aquella antigualla que un día se llamó «Estado del bienestar» o «Estado providencia» y «socialdemocracia».

Con el apodo de «ministra nini» que el malagueño Heredia aplicó a la onubense Báñez («Ni buena para los pensionistas ni buena para los jóvenes») transcurrió un pleno más de control al Gobierno marcado por el asombroso problema catalán: asombroso por ser la obra política más torpe y errática que los españoles podíamos esperar de nuestros representantes. Ya lo decía el astuto Miquel Roca, el de la «operación reformista», ¿recuerdan?: «Cuando vayamos a votar llevemos la actitud de quien va a comprar un frigorífico y elijamos políticos de calidad; de lo contrario se estropearán enseguida y perderemos la comida que pongamos dentro». El catalán Roca tenía razón, pero casi nadie le hizo caso.

 

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