Las afirmaciones de la secretaria general de ERC Marta Rovira de que el “Gobierno amenaza con balas de fuego y violencia extrema” han producido un gran escándalo en las filas unionistas y una carrera de desmentidos y acusaciones.

Las acusaciones de unos y los radicales desmentidos de otros son un problema de credibilidad. Sin embargo se van conociendo detalles de la tormentosa reunión el pasado 26 de octubre en el Palau de la Generalitat en la que primero el presidente Puigdemnont (protocolariamente el tratamiento de presidente lo es para toda la vida) anunció que convocaba elecciones para evitar que lo hiciera el presidente Rajoy en aplicación del artículo 155 y luego se echó atrás. En aquella tensa reunión -según los asistentes- afirmó que “no quiero ser el presidente que lleve muertos y sangre a la calle”.

Por su parte la ex parlamentaria de la CUP Mireia Boyà aseguró que habían recibido advertencias que “se nos podría acusar de algún atentado con muertos en la calle. Se nos dijo que podría ser violencia con falsa bandera ligada al movimiento independentista”.

La ministra de Defensa, Dolores de Cospedal, había recordado días antes que el Ejército tiene la misión de garantizar la soberanía y la independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional”. Esta advertencia se añade a las palabras del general retirado Pedro Pitarch quien señaló que “el Ejército no intervendrá en Catalunya si no lo ordena el Gobierno, de lo contrario sería un golpe de estado” mientras el jefe del estado mayor de defensa Fernando Alejandre aseguró que habían acumulado material logístico “para estar preparado para cualquier contingencia”.

Estas afirmaciones no sólo son públicas si no que además han sido publicadas. Con estas advertencias previas adquieren credibilidad -al menos en Catalunya- las denuncias de los representantes de la Generalitat sobre la disposición del Ejecutivo central de actuar con la máxima contundencia si lo consideraban necesario.

La credibilidad de los desmentidos oficiales de estas amenazas en Catalunya tienen poco predicamento. Como botón de muestra la actuación policial el día del referéndum cuyas imágenes escandalizaron a todo el mundo fueron calificadas por las autoridades españolas como un uso proporcionado de la fuerza y se mostraron orgullosos de la actuación de las fuerzas de seguridad.

Claro que una cosa es amenazar y otra muy distinta ejecutar las amenazas.