Se estima que más de 150 millones de niños en el mundo viven solos en la calle (en Asia, Suramérica e incluso Europa). Solo en la India hay 11 millones. Vagan por la calles con el peligro de que sean capturados por mafias para su explotación o que sufran abusos o violencia. Alrededor de 80.000 se pierden cada año. Pero la ONG internacional Itwillbe se ha empeñado en erradicar este problema en ese país con la ayuda de la tecnología de Fujitsu, que enmarca esta iniciativa como parte de su estrategia de Responsabilidad Social Corporativa.

El proyecto, llamado ChildMiss, ha comenzado en cuatro centros de la ONG Don Bosco en Bangalore, aunque en los próximos 6-8 meses prevén que se extienda a los 81 centros repartidos por todo el país. Consiste en identificar a los niños de la calle, a través del reconocimiento de la palma de la mano (y su oxígeno), que es el parámetro más fiable para los niños, ya que la disposición o diseño de las venas no varía con la edad. Además, es una tecnología mucho más asequible que el reconocimiento del iris, según explicó en la presentación del proyecto Ignacio Garicano, director de RSC de Fujitsu.

El sistema consiste, por un lado, en un escáner de la palma de la mano de Fujitsu (denominado Palm Vein), por otro, en un software de reconocimiento biométrico, desarrollado por Neoris, que está ligado a una app para poder utilizarlo en un teléfono móvil o tableta incluso en zonas remotas sin necesidad de acceso a internet. Este tipo de identificación biométrica, que es más fiable todavía que el escáner de iris o retina, según Fujitsu, se está utilizando, por ejemplo, en cajeros automáticos, dispositivos del ámbito financiero y centros de datos. Una vez escaneada la palma, el trabajador social rellena unos datos generales del menor que se guardan en una base de datos.

De momento, el sistema del proyecto ChildMiss funciona en español, francés e inglés y “en el futuro esperamos que pueda estar en muchos más idiomas”, afirmó Arancha Martínez, directora de Itwillbe. Para que los datos estén a salvo todo está encriptado e incluso los propios trabajadores sociales acceden al sistema con su propia huella dactilar.

“Creemos firmemente que acabar con la pobreza es posible. Sin embargo, las formas tradicionales en las que se han ido trabajando pueden mejorar. Se necesita introducir eficiencia en el sector e innovación y así conseguir un impacto social más alto en el mundo y, por supuesto, que todo sea muy transparente para poder sumar más colaboradores, empresas y donantes con el fin de poder trabajar y enfrentarnos a los grandes retos”, señaló Martínez.

Aparte de identificar a los niños “invisibles”, la tecnología también permite hacer un seguimiento de los pequeños y cuantificar el problema con informes. Datos que luego se dirigirán a los gobiernos, ONG y otros organismos para concienciar sobre el problema. Por eso la responsable de Itwillbe espera que este sistema biométrico se extienda a otras organizaciones “para que entre todos podamos compartir una solución que se alimente del feedback de todos”.

El objetivo es “introducir la biometría dentro del sector de la cooperación para que las entidades y gobiernos puedan identificar a sus beneficiarios con una fiabilidad muy alta y, sobre todo, que puedan hacer un seguimiento mucho más eficaz dentro de sus programas”. Es decir, que es una tecnología con mucho recorrido, ya que está dirigida a cualquier entidad social que trabaje con colectivos como niños no acompañados, emigrantes, refugiados, víctimas de trata, etc.