Tomarse una pastilla y reparar el daño producido por un infarto. Así de fácil podría ser recuperarse de un ataque al corazón según un estudio en ratones publicado en la revista Nature. Un grupo del University College de Londres ha demostrado en ratones por primera vez que en el corazón hay células madre o progenitoras y forzándolas son capaces de regenerar el tejido destruido tras un infarto.
Un corazón sano está formado por diferentes tipos de células, como las células del músculo cardiaco o cardiomiocitos (las células que laten) y los fibroblastos (que proporcionan la estructura de soporte). Cuando hay un daño, por ejemplo por un ataque al corazón, se forma una cicatriz que está mayoritariamente formada por fibroblastos en lugar de los cardiomiocitos. Esto hace que el corazón no recupere completamente su capacidad de bombeo. Si este daño es muy grande, puede provocar la muerte del individuo.
¿No sería la solución perfecta si el corazón pudiera curarse a sí mismo? Es lo que los investigadores llevan intentando desde hace mas de 150 años por diversos métodos. La regeneración del corazón se ha descrito ampliamente en anfibios, peces y en mamíferos durante el desarrollo. Sin embargo, tras el nacimiento, en humanos la regeneración del corazón es muy limitada y lenta. Hay muchas técnicas en estudio para conseguir remuscularizar el corazón dañado. Por ejemplo usar células madre adultas de otros órganos (médula ósea, grasa) que se inyectan en el corazón, reprogramar células o la ingeniería de tejidos para ser después trasplantados.
El año pasado el grupo de Dr. Srivastava, del Instituto Gladstone de Enfermedades Cardiovasculares en San Francisco, publicaron un trabajo en ratones en el que insertaban en células de tejido cicatrizado copias extras de tres genes conocidos por su papel en el desarrollo embrionario del corazón, lo que hizo que se transformaran en cardiomiocitos.
Pero a día de hoy no hay tratamientos que regeneren el músculo dañado. La única opción de los enfermos es recurrir a la cirugía cardiovascular. El tratamiento ideal sería la auto regeneración del corazón por las células madre o progenitoras residentes. Se evitaría de esta forma la limitada supervivencia de los injertos y el rechazo del sistema inmune del receptor. La identificación de esta fuente de células madre o progenitoras que contribuya a generar musculo nuevo tras un infarto de miocardio es uno de los mayores obstáculos en la medicina regenerativa cardiovascular.
En este nuevo estudio publicado por el equipo del Dr. Paul Riley se demuestra en ratones que el corazón adulto contiene una población de estas células madre o progenitoras en el epicardio (la capa externa que recubre el corazón). En el embrión estas células se pueden transformar en cualquier tipo celular, incluyendo los cardiomiocitos. En adultos sin embargo estas células están bloqueadas, y los autores del estudio han descubierto cómo activarlas para que comiencen la reparación de el corazón dañado.
El gen Wilm’s tumor 1 (Wt1) es un gen clave del epicardio embrionario. El corazón adulto es capaz de responder al daño con un aumento moderado de este gen en las células progenitoras, pero éstas no inician un programa de cardiogénesis. Lo que hicieron fue administrar a ratones sanos una molécula llamada timosina beta 4. Después provocaron un infarto de miocardio atando un de las arterias que suministran sangre al corazón, al no llegar riego sanguíneo se daña el musculo. Volvieron a inyectar timosina beta 4 y vieron que se aumenta la reposición de los cardiomiocitos en comparación con los ratones no tratados.
La timosina beta 4 está ya en ensayos clínicos ya que se ha había demostrado que ayuda a la supervivencia de los cardiomiocitos y a la generación de nuevos vasos sanguíneos tras un daño isquémico. Este nuevo estudio propone que además de estas funciones, la timosina beta 4 contribuye a la iniciación de la diferenciación a cardiomiocitos de las células progenitoras. Estos nuevos cardiomiocitos se integran estructural y funcionalmente con el resto del musculo. Las imágenes tomadas con resonancia magnética mostraban que los ratones que habían sido tratados con timosina beta 4 tenían corazones con una zona de cicatriz menor que los ratones que no habían sido tratados. Además eran capaces de bombear más sangre con cada contracción.
La identificación de esta fuente de progenitores del miocardio representa un gran avance hacia la terapia en células residentes para pacientes con infarto de miocardio agudo. Drogas que promuevan la creación de nuevos cardiomiocitos en pacientes que han sufrido un ataque al corazón serían muy beneficiosas. Pero según el Dr. Riley, estas drogas funcionarían mejor como terapia preventiva, preparando a las células madre para el posible daño. Así, la gente que tenga mayor susceptibilidad a padecer ataques al corazón, tomaría dosis de forma regular manteniendo sus células progenitoras preparadas. Un posible tratamiento sería esta timosina beta 4, sin embargo, esta proteína no es muy eficiente, ya que menos del 1% de las células progenitoras se transforman en cardiomiocitos. Por ello, los autores del estudio están tratando de encontrar otras moléculas más potentes que mejoren el proceso. Aún habrá que esperar unos cuantos años para contar con tratamientos basados en estas investigaciones.
Fuente: Nature 2011. De novo cardiomyocytes from within the activated adult heart after injury. Nicola Smart, Sveva Bollini, Karina N. Dubé, Joaquim M. Vieira, Bin Zhou, Sean Davidson, Derek Yellon, Johannes Riegler, Anthony N. Price, Mark F. Lythgoe, William T. Pu & Paul R. Riley
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