Manual de instrucciones para el futuro

29/12/2017

Miguel Ángel Valero. “Cada poco habrá que volver a empezar de cero, porque continuamente nos cambiarán las reglas del juego”, avisa Marta García Aller en “El fin del mundo tal y como lo conocemos”.

“Ha habido cambios trascendentales a lo largo de la historia de la humanidad, pero nunca con esa aceleración. (…) Han sido en ocasiones profundísimos, pero necesitaban varias generaciones, muchas, para completarse y poder sentir su aceleración. Jamás el mundo ha cambiado tanto en tan poco tiempo”.

Estas frases, que las suscribiría cualquiera hoy, las escribió el escritor y filósofo austriaco Stefan Zweig, nacido en 1881, durante su exilio en Londres por culpa de Hitler, en 1941. Las cita Marta García Aller en “El fin del mundo tal y como lo conocemos. Las grandes innovaciones que van a cambiar tu vida” (Planeta, 2017, 332 páginas).

Y no es la única cita interesante que recoge esta obra de la compañera de “El Independiente”, también profesora del IE School of Human Sciences & Tecnology. En 1973 se publicó la edición española de “El shock del futuro” de Alvin Toffler. Entre las muchas cosas que pronosticaba el libro, que los analfabetos del siglo XXI no serán quienes no sepan “leer escribir, sino aquellos que no fueran capaces de aprender, desaprender y reaprender continuamente”.

Hay que hacer caso a Stefan Zweig, a Alvin Toffler, y a Marta García Aller, porque “cada poco habrá que volver a empezar de cero, porque continuamente nos cambiarán las reglas del juego”, argumenta la autora de “El fin del mundo tal y como lo conocemos”.

Unas pocas páginas antes, da en el clavo: “Las mejores herramientas que puede dar un manual de instrucciones para el futuro son las preguntas. Cuando todo cambia tan rápido, ante tanta incertidumbre, conviene dudar. Dudar mucho”.

Marta García Aller no escribe este libro para jugar a adivinar cómo será el futuro, sino para preguntar y para dudar mucho, de forma que podamos entender las grandes tendencias que no es que vayan a venir, es que ya están, es que ya nos están cambiando la vida, nos guste o no.

No es una obra para apocalípticos ni para milenaristas. Pero tampoco para los que únicamente ven el futuro con tal optimismo que pecan de ingenuidad. Ni para los pusilánimes. Ni para los que se refugian en que cualquier tiempo pasado siempre fue mejor. Ni para los nostálgicos. Ni para los antitecnológicos. Porque uno de los mensajes es que la tecnología no es ni buena ni mala, sino que todo depende del uso que hagamos de ella.

Es un libro obligatorio para los que quieran entender mejor los cambio que estamos viviendo prácticamente sin darnos cuenta. Y para los que preguntan mucho. Y para los que dudan más todavía, si cabe.

Fijándose en lo que ya no está es como mejor se entiende el paso del tiempo”, proclama Marta García Aller.

La obra analiza primero las “cosas que se acaban”. Entre ellas, el trabajo, el dinero, la conducción, la fotografía, las tiendas, el petróleo. Luego, las “ideas que se acaban”, como la conversación, el reloj biológico, la privacidad, la globalización, los idiomas, l muerte, o la jubilación.

Y otra cita. Ésta del filósofo Gilles Lipovetsky, en “La era del vacío”, publicada en 1983, que advierte de que el emisor se está convirtiendo en el principal receptor, “disfrutando del placer narcisista de expresarse para nada, para sí mismo”, y “expresarse sin otro objetivo que el mero expresar y ser grabado para un micropúblico”.

El magnífico trabajo de análisis de Marta García Aller sirve, entre otras cuestiones, para descubrir que para entender el futuro no hay nada mejor que el pasado: un filósofo de 1941, un escritor de 1973, y otro pensador de 1983. Y, sobre todo, que hay preguntar mucho. Y dudar todavía más. Y la duda metódica la plantea otro filósofo, René Descartes, en el “Discurso del método” en 1637. Hace nada menos que 380 años.

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