Miguel Martín, partidario de que los bancos alemanes y franceses paguen la reestructuración griega

15/06/2011

Salvador Arancibia. “La transparencia no sirve de mucho” por si sola ha señalado Miguel Martín, presidente de la patronal bancaria AEB al enjuiciar los test de esfuerzo que se van a volver a repetir en las próximas semanas a bancos y cajas europeos. Martín quiere una devaluación interna para recuperar la economía española.

No sirve porque lo importante no es saber cómo están las entidades sino qué se va a hacer una vez que se conozcan los resultados de los mismos. Y en el caso español, dijo Martín, se ha elegido una vía inteligente: anunciar antes de la realización de las pruebas que no va a haber problemas porque las entidades que necesiten ayudas las recibirán en todo caso del sector público si el privado no las facilita.

Martín dijo que en la actualidad no hay capital privado dispuesto a acudir a la capitalización de las cajas porque existe un problema de confianza sobre la economía en su conjunto y que hay que recuperarla para que vuelva a fluir el capital foráneo.

Martín empezó señalando que la situación del sistema financiero europeo está inmerso en una niebla notable que “impide saber hacia dónde vamos, porque no se puede ver como en un día de niebla” para añadir a continuación que esto tiene una ventaja y es que “la niebla como viene se puede ir”.

Para el presidente de la AEB la solución está identificada: que desaparezcan los bancos débiles e inviables que impiden que retorne la confianza al sistema financiero integrado y por lo tanto éste vuelva a funcionar, aunque no negó que la solución es difícil porque entre otras cosas hay que repartir los costes derivados de esa desaparición entre los causantes de los problemas, y porque todos los problemas están interconectados e inciden unos sobre otros. Pero precisamente por ello, dijo, si uno de ellos empieza a solucionarse lo harán todos los demás.

El argumento básico de Martín es que el sistema financiero europeo, que se suponía funcionaba de forma aceptable y servía para transferir fondos de unos países excedentarios a otros deficitarios, dejó de existir de repente provocando un estrangulamiento en los sistemas nacionales, sobre todo en los que exigían fondos externos, que aún perviven.

Esta desaparición ha hecho que los sistemas financieros nacionales, que cada vez eran más dependientes del conjunto, hayan mostrado sus debilidades y dejen de servir para lo que están concebidos: proporcionar crédito al sistema productivo para que la economía funcione.

Por ello Martín reiteró que la solución no es parcial sino global en el sentido de que solo un plan estratégico para recuperar el crecimiento económico de un país es lo que puede ayudar a salir de la crisis. El sistema financiero, dijo, no se arregla solo ni tampoco un sistema financiero sólido garantiza que la economía crezca.

La receta es, en su opinión, que se elabore un programa coherente que lo lleve a cabo un Gobierno decidido, no quiso pronunciarse acerca de si cree que el actual pueda llevarlo a cabo, y en el que todos los agentes económicos y sociales desempeñen su papel y hagan las tareas que deben.

La pertenencia al euro implica, en opinión de Martín, que la economía española solo tiene la vía de la “devaluación interna” para recuperar la competitividad perdida y, posteriormente, la confianza de los inversores internacionales. Ello implica, señaló, un ajuste de costes y precios que antes se conseguía con una devaluación de la moneda nacional y mayores tasas de inflación y ahora hay que hacerlo por la vía de rebajar salarios y conseguir que los precios relativos de los productos españoles desciendan en relación con los alemanes, que son el eje central de la economía europea. En esta línea habría que entender la propuesta de la patronal bancaria de congelar los salarios de los empleados de banca durante los dos próximos años en el convenio que están negociando actualmente.

Para Martín conseguir bajar los precios de los productos, con una inflación relativamente más elevada que la media europea, restituiría la competitividad y además ayudaría a pagar la deuda externa de forma algo más fácil.

Martín no quiso hablar de las cajas de ahorros en general, a las que en todo caso deseó suerte en su proceso de transformación, pero tampoco de los procesos de transformación concretos que han iniciado los distintos grupos que se han conformado. Solamente señaló que no es momento, ahora, de decir si estos proyectos son viables o no y que lo que ocurre es que algunos de ellos necesitan ayudas que deben proporcionarse.

El presidente de la AEB señaló que “las cajas son responsables de sus propios destinos porque ahora tienen todos los medios para elegirlos y llevarlos a cabo”. El Estado, dijo, se ha comprometido a proporcionárselos y ellos pueden y deben usarlos. Lo único que pidió es que esos medios sirvan efectivamente para generar instituciones financieras fuertes y rentables en el futuro y no se utilicen para enmascarar los problemas y mucho menos para generar una “nueva banca pública que nadie desea”.

La AEB se muestra especialmente crítico respecto a la actuación del Banco Central Europeo a la hora de proporcionar la liquidez que el sistema financiero europeo necesita para funcionar porque considera que “es su obligación y que no se trata de un favor que el BCE hace al sistema bancario”. Cuando los flujos entre entidades no funcionan el BCE debe suplirlos.

Y reiteró una vez más que “quien la hace debe pagarla” al referirse a quien debe correr con el coste de una más que probable reestructuración de la deuda griega. Para Martín no debe ser el contribuyente, sea del país que sea, quien corra con los riesgos que los acreedores de Grecia, básicamente los bancos alemanes y franceses, han corrido al prestarles dinero para financiar los gastos de funcionamiento del sector público de aquel país.

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