El costurero de Roger Torrent

18/01/2018

Joaquín Pérez Azaústre.

El nuevo president del Parlament no sabe aún si va a tomarse en Bruselas una Leffe Blonde con Puigdemont. La Leffe Blonde tiene cuerpo bastante para el pensamiento independentista, pero guarda al final un menudeo romántico de cucharada dulce, de paladar hambriento de emociones salvajes que luego se resigna a la poltrona. Es una bebida la Leffe Blonde estupenda para un Carles Puigdemont que quiera ponerse estupendo de hombría soberanista, aunque ignoro si entrará en el gusto de Roger Torrent, ese hombre nuevo para un conflicto antiguo que se ha bautizado en la pila de los lugares comunes para sentarse en su sillón parlamentario. Asegura que no sabe si acudirá a Bruselas para hablar con Puigdemont hasta no haber completado la ronda de contacto con todos los grupos y saber si cuenta con más apoyos que los demás candidatos para ser investido presidente de la Generalitat. “Ya se verá”, ha dicho en la RAC1, aunque ya ha mantenido con él una conversación “muy corta y cordial” en la que celebraron su procedencia gerundense.  En torno a su discurso, que por ahora importa más que su futura cerveza bruselense con el expresident a la fuga, ha comentado que ayer “me tocaba hacer un discurso de presidente del Parlament, transmitiendo unos principios que son universales”, porque algunos le han tachado –como si esto constituyera, en sí, una tacha posible- de “autonomista” y “moderado”. Algo que para ciertos sectores del gentío independentista puede ser el peor de lo insultos, la más reptante de las bajezas, la traición más sonora. Ha sido entonces cuando ha sacado su discurso costurero: “Intentaré defender el parlamentarismo y el uso de la palabra por parte de todos los diputados, y a la vez intentar coser la sociedad catalana, que es muy plural y diversa”. Muy bien está esto de sacar la aguja y el dedal, pero no hay que olvidar que la rotura no la ha causado el 155, ni la Constitución, ni Mariano Rajoy, sino una gente empeñada en gobernar solamente para una mitad de la población –según las últimas elecciones, un poquito menos de la mitad-, en contra de la otra media, utilizando todos los medios institucionales para hacerles cambiar de opinión.

Respecto a esa actividad parlamentaria, añade Torrent que se refiere “a quienes la han trasladado a los tribunales”. Esto es muy cansado y muy cansino, pero hay que continuar desmontando cada falsedad independentista. No es que se haya trasladado “a los tribunales” la actividad parlamentaria, de igual manera que no se traslada a los tribunales cualquier otra actividad delictiva, sino que se juzga. La actividad política ha seguido en su sitio para quien ha querido continuar ejerciéndola; pero a los delincuentes, presuntos o televisados –como es el caso- se les lleva a prisión después de ser juzgados. No son presos políticos, sino políticos presos. Y por delitos muy graves: nada menos que encender el magma de los vecinos, los amigos y las familias entre sí. Estas costuras son deliberadas y fueron abiertas a conciencia.

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