El novio del mundo cumple 20 años

19/01/2018

Miguel Ángel Valero. La Fundación José Manuel Lara celebra la ocasión con una cuidada edición del sorprendente libro de Felipe Benítez Reyes.

«¿Cómo sería la historia de alguien que se acostase en un hotel de Amsterdam y se levantase tirado en un calle de Melilla vestido con un camisón de mujer?».  Contestar esta pregunta le supuso a Felipe Benitez Reyes escribir en 1988 «El novio del mundo», una novela de más de 600 páginas. 20 años después, la Fundación José Manuel Lara celebra este aniversario con una cuidada edición, que incluye un epílogo (páginas 609-616) en el que el escritor de Rota (Cádiz) da algunas claves de esta novela, convertida en obra de culto.

No es fácil para un autor, reconoce, enfrentarse a la relectura de una obra dos décadas después de haberla escrito, porque se enfrenta a «la imagen en el espejo del que sigue siendo casi en todo quien fue y ya no es casi en nada quien fue».

La clave de «El novio del mundo» es «la conciliación del humor con el horror, de la broma con el espanto». Sobre todo, dar el protagonismo a la interpretación que el personaje aplica a las peripecias, más que a éstas.

Para Felipe Benítez supuso «ponerme no sólo en la piel de un personaje por completo ajeno a mí, sino asumir también su pensamiento y sus movimientos de conciencia, bastante opuestos a los mios». Walter Arias es alguien dispuesto «a confundir la meditación con la divagación, la metafísica con la palabrería, y el sentido común con el sinsentido», convirtiéndose en un «filósofo demagógico y pícaro ilustrado, exégeta vocacional de la bagatela, erudito a la violeta y psicólogo de sal gorda, obsceno y lírico, erotómano y sentimental, fantasioso y fantasmón». Vamos, todo un personaje.

El autor explica que «cuando concibes un personaje, no te autorretratas, sino que construyes un muñeco con habilidades, entre ellas, como principal, la de una conciencia propia».

Felipe Benítez confiesa, en la presentación de la reedición, que, pese al éxito de la obra y de su protagonista, el entrañable y pintoresco Walter Arias, «no me apetece recuperar ese personaje», y que ahora, en 2018, no hubiera escrito «El novio del mundo».  Lo que más le costó fue «encontrar el tono y la temperatura ideológica y moral del personaje». Y asumir que «el verdadero protagonista no es Walter Arias, sino el walterismo, el peculiar pensamiento de éste».

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