Con frecuencia ser un héroe o un traidor depende de las circunstancias o la suerte. En estos momentos para muchos catalanes Carles Puigdemont es un héroe y Mariano Rajoy el villano. En otros lugares los papeles se intercambian. Franco fue considerado por muchos durante largos decenios como un hombre excepcional salvador de la patria para ser denostado como un golpista represor al poco de llegar la democracia.

Como dijo Ramón de Campoamor “nada esa verdad ni es mentira, todo es según del color del cristal con que se mira”. Lo que hoy es verdad mañana puede ser mentira o al revés.

Repasando la lista de premios Nóbel de la paz compartidos encontramos ejemplos de que han compartido el galardón enemigos aparentemente irreconciliables, desde Issac Rabin, Simon Peres y Yaser Arafat el año 1994, en el 78 Mohamed Al-Sadat y Menhehim Begin y un año antes lo habían recibido Nelson Mandela y Frederuck de Klerk. Fueron galardonas porqué después de hacer la guerra habían logrado un acuerdo de paz. Como constató Isaac Rabin “la paz se firma siempre con el enemigo”.

En pleno conflicto los calificativos sobre sus protagonistas siempre son provisionales. La valoración de la actuación de cada uno es variable y según que final tenga merecen una nota u otra, aparte que a medio plazo la historia cambia las apreciaciones del momento (y la historia, como se ha demostrado con el franquismo, no siempre la escriben los vencedores).

El conflicto de Catalunya con el Estado en estos momentos las valoraciones son más sentimentales y emotivas que racionales. Habrá que esperar un tiempo para saber quien acaba siendo el traidor y quien es el héroe en este proceso, siempre y cuando los señores del Nóbel no repitan sus galardones salomónicos…