Macron y las barbas del vecino

24/01/2018

José María Triper.

Cuando las barbas de tu vecino veas pelar… Haría bien Mariano Rajoy en aplicarse este conocido proverbio del refranero popular a la luz de las encuestas de intención de voto que están apareciendo en las últimas semanas, todas ellas rigurosas y todas ellas coincidentes en el vaticinio del sorpasso. Pero no el de Podemos al PSOE, que cada vez parece más lejano, sino el de Ciudadanos al Partido Popular, algo que ya se intuía en las jornadas previas a las elecciones catalanes de diciembre y que se confirmaron tras la fuga de votos populares al partido de Rivera en esa comunidad, que aventuran una evolución similar de cara a los próximos comicios locales y generales.

Y haría bien Mariano Rajoy en poner a remojar sus barbas a la vista de lo que ha ocurrido en el vecino del norte hace menos de seis meses cuando los ciudadanos franceses cortaron, no las barbas, sino la cabeza política de su homólogo galo, el republicano François Fillon, para dar al joven emergente Emmanuel Macron una amplia mayoría absoluta y el mayor poder de un presidente en la República Francesa desde Charles de Gaulle.

Y, como ocurre aquí y ahora ese cambio que presagiaban las encuestas ha supuesto en Francia la ruptura del bipartidismo consuetudinario con el hundimiento de los dos grandes partidos tradicionales, conservadores y socialdemócratas, en beneficio de la formación centrista de Macron.

Un fenómeno Macron cimentado sobre la propuesta de una nueva forma de hacer política, de liderazgo y de gobierno. Y un movimiento el de La Repúblique en Marche abanderado por un líder con escasa experiencia en la gestión, joven, pero que ha sabido ilusionar al electorado galo que apostó por el cambio. Pero por un cambio sensato, constitucional, dentro del sistema y de la UE frente a las demagogias populistas de la extrema derecha y de la extrema izquierda. Exactamente el cambio al que aspira Albert Rivera en España y que ha protagonizado ya en Cataluña Inés Arrimadas.

Este es el desafío al que se enfrenta ahora Rajoy y para el que ha convocado a sus fieles a “dar la batalla barrio a barrio y casa por casa” mientras prodiga maldiciones y reproches hacia su todavía socio de gobierno. Una reacción tardía y muy probablemente insuficiente. Porque el sorpasso de Ciudadanos no es de ahora. Viene madurando desde el inicio de una legislatura en la que la acción de gobierno y las reformas han sido relegadas por el monotema catalán y la falta de cintura del Ejecutivo en la negociación parlamentaria. Incluso en la cuestión catalana, y a pesar del 155 los populares han demostrado falta de convicción y de coraje a la hora de aplicarlo, dejado la iniciativa política y la bandera del constitucionalismo a Ciudadanos.

A ello se une que, aparentemente y pese a las advertencias de algunas baronías, en la cúpula del PP no se han dado cuenta de que la batalla a la que llama Rajoy para recuperar el electorado perdido exige nuevas estrategias, mensajes renovados y, sobre todo, el relevo de unos dirigentes muy quemados, en el partido y en el Gobierno, para conducir esta nueva etapa de transición hasta junio de 2019 en que las citas con las urnas locales y europeas van a marcar el devenir de unas generales –si no hay adelanto- en las que se impone ineludiblemente un cambio en la cabeza de cartel.

Y esto, es también aplicable en toda su extensión a un PSOE que sigue sin arrancar por su falta de proyecto, de propuestas y de un líder sólido. Un partido que sigue dividido y dividiendo, con el agravante de que, por primera vez en la historia democrática española el declive del Gobierno no lo rentabiliza a la oposición mayoritaria sino que enriquece las expectativas, la imagen y los votos de un tercero. Porque, como nuestros vecinos franceses, los españoles también prefieren la esperanza al enfrentamiento, el inmovilismo y la molicie.

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