Una compleja relación con la realidad

02/02/2018

Miguel Ángel Valero. La Fundación Mapfre hace una original propuesta con la exposición 'Derain/Balthus/Giacometti. Una amistad entre artistas'.

Un pleno al 15 la última propuesta de la Fundación Mapfre (hasta el 6 de mayo, en la Sala Recoletos, Paseo de Recoletos, 23, Madrid): una exposición que combina más de 200 obras (pinturas, esculturas, papel, y fotografías) para hacernos ver la amistad existente entre André Derain, Alberto Giacometti, y Balthasar Klossowoski, Balthus.

Los tres, curiosamente, se conocieron gracias al surrealismo, cuando asisten en 1934 a la primera exposición de Balthus en la galería Pierre Loeb. Lo fácil es creer que, como Derain era el mayor, influyó sobre los otros dos artistas. Es cierto, pero también lo es que cada uno tiene su propio lenguaje, su estilo diferente, aunque compartan los tres un permanente diálogo, el amor por el arte del pasado, y sobre todo la atención a la realidad.

La exposición tiene el acierto de demostrar que el arte no es una línea recta, sino una evolución permanente con sus ramificaciones, rupturas, revoluciones, reencuentros y redescubrimientos, y también innovaciones.

Al mismo tiempo se puede observar qué influye en cada artista. Y cómo son esas influencias, porque no siempre son las mismas ni con idéntica fuerza.Derain encuentra inspiración en los pintores realistas del siglo XVI. Giacometti se nutre de los maestros italianos, de las estaturas del Egipto de los faraones y del África más ancestral. Balthus se fija en Piero della Francesca mientras parece proclamar que la verdadera modernidad está en la reinvención del pasado.

Pero lo que une a los tres es la compleja relación con la realidad. Son, efectivamente, pintores de la realidad. Giacometti explica que «lo que trato de hacer es reproducir exactamente en un lienzo, o con barro, lo que veo». Pero su obra, como la de sus amigos Derain y Balthus, es una batalla con la realidad, con las apariencias, en la que se evidencia el vacío y la incapacidad del artista (de ellos, y de cualquiera) a la hora de captarla.

Sobre todo, la imperiosa necesidad de seguir intentándolo, pese a la permanente sensación de fracaso. De tratar de aprehender la realidad, una y otra vez.

En el caso de Balthus, Derain y Giacometti, lo hicieron mediante un lenguaje artístico basado en la modernidad a través de la revisión del pasado y de la gran tradición figurativa, con obras que oscilan entre la denominada ‘vuelta al orden’ y la nueva figuración.

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