‘Hablar por hablar’: Sin testimonios

09/02/2018

Luis M. del Amo. Sánchez-Cabezudo explora un nuevo espectáculo de piezas cortas, en el Bellas Artes de Madrid.

Imágenes: © Luis Castilla – El Norte Comunicación

Dos posibilidades caben a mi entender a la hora de abordar un espectáculo como Hablar por hablar. Cabe por un lado analizar desde un punto de vista crítico el fenómeno sobre el que se inspira el espectáculo inspirado en el popular programa de radio de testimonios de madrugada. O, en cambio, reclutar un puñado de historias y confiar en una mano experta que los mezcle con acierto para servirlos al público.

Esta producción, a cargo de Cornejo Films en colaboración con la SER, ha optado por la segunda opción. Ha recolectado de aquí y de allá textos de algunos destacados dramaturgos, como Alfredo Sanzol, Juan Cavestany, Yolanda García Serrano, Anna R. Costa o Juan Carlos Rubio. Y ha confiado la dirección a Fernando Sánchez-Cabezudo, quien diera ya muestras de interés por estos espectáculos basados en piezas cortas en su Historias de Usera.

Ahora bien, si en Historias de Usera el mayor problema era la calidad dispar de las piezas que componían aquella función, un impedimento nuevo se une a este Hablar por hablar que estará en el Bellas Artes de Madrid hasta el 18 de febrero.

Este problema no es otro, a mi parecer, que el difícil tránsito que la función debe llevar a cabo entre el discurso radiofónico y el discurso teatral.

Y es que, en el programa de radio, y en este en particular, son los propios protagonistas, con su testimonio, quienes recaban la atención del público; un fenómeno muy distinto de un espectáculo teatral, que basa su eficacia en la interpretación actoral.

Nada que objetar cuando esas diferencias se salvan con una eficaz estilización. Un  trabajo imaginativo que los transfigura y les dota de calidad artística. Pero, en ausencia de estas operaciones, aparecen en el horizonte graves problemas que se resumen en banalidad y falta de legítima emoción, sobre las tablas durante este Hablar por hablar.

Un bailón y un hombre lobo

Este trabajo imaginativo y de estilización sí se halla en algunas de las historias que componen la función. En particular, en la historia del hombre lobo, o en la del bailarín de oro y cuero; y también, en menor medida, en la del ama de casa que llama a la radio porque ha perdido un enser.

No falta tampoco en la historia de los hermanos gallegos, la mejor en mi opinión; aunque se halle aquí basada en otros recursos, diferentes a las anteriores; gracias su mayor duración, más elaborad, y fantásticamente concebida y ejecutada, por lo demás.

Sin embargo desaparece esta cualidad artística en partes no menores de la función, como por ejemplo en la historia de la locutora con problemas de pareja, cuyo tópico final malogra el buen oído mostrado por su autor en la construcción de diálogos. Y falta también, a pesar de su buena interpretación, en la historia del viaje a París, también principalmente en su fase final.

Y falta completamente en la historia del niño perdido, allí donde se nota más claramente el fenómeno al que nos referimos. El pase a las tablas convierte una historia sin duda emocionante en la vida ‘real’ radiofónica, en algo completamente anodino y banal.

Al igual que ocurre con otras historias, aunque con problemas diferentes, como la historia del desahucio. Y ello, hay que decir, a pesar de estupenda interpretación de sus actores: Antonio Gil, Ángeles Martín, Samuel Viyuela González, Carolina Yuste y Pepa Zaragoza.

Un problema agudizado en mi opinión por la aparatosa escenografía. Y que, despojando de toda ironía al titulo del programa, podría resumirse en que en el teatro siempre está proscrito el hablar por hablar.

Irregular e interesante.

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