Rajoy y Rivera a cara de perro

07/02/2018

Luis Díez.

Vaya por delante el sentido pésame del cronista a los familiares y amigos del periodista Gonzalo López Alba, quien nos dejó inesperadamente el domingo, 4 de febrero, a la temprana edad de 58 años. Vivirá en nuestro recuerdo.

La reanudación del periodo de sesiones ha puesto de manifiesto el pugilato entre Rajoy y Rivera. Los rumores de que los dos socios no se soportan han adquirido categoría de noticia. Rivera se ha lanzado a por Rajoy a los cinco minutos de comenzar el pleno del Congreso por permitir que algunos gastos del referendo catalán del 1 de octubre que, según Rajoy, no se iba a celebrar, se cargaran al Fondo de Liquidez Autonómica (FLA). Rajoy lo ha desmentido: «No hay ningún informe de nadie que diga que con el FLA se ha pagado eso, y si usted tiene el informe, déselo al Gobierno».

Rivera ha exhibido desde el escaño los documentos que demuestran que la Fiscalía ha presentado una denuncia al respecto y que el juez de instrucción número tres de Barcelona lo está investigando. El líder de Ciudadanos y candidato de la fundación FAES de Aznar y de algunos sectores del PP a convertirse en el futuro jefe del Gobierno, ha preguntado a Rajoy quién va a dimitir si la investigación judicial demuestra que se pagaron facturas relacionadas con el referendo ilegal por parte de un FLA que depende directamente del Ministerio de Hacienda (no sólo para Cataluña sino para todas las Comunidades Autónomas). Rajoy no le ha contestado. El profesor Montoro, jefe del FLA, es inamovible, y más ahora que Luis de Guindos, aquel economista que presidía Lehman Brothers para España y Portugal, colocaba «preferentes» al por mayor y quedó en paro hasta que Rajoy lo hizo ministro, opta a convertirse en vicepresidente del BCE. Pero el mandoble que el de Pontevedra le soltó al de Barcelona confirmó el pugilato en el centro derecha: «No se equivoque de adversario –le dijo–; usted critica más al Gobierno de España que a los que tiene que criticar, que son los que han llevado al desgobierno en Cataluña».

El lío de familias en la derecha española no ha impedido a la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría invocar el lío de las familias nacionalistas catalanas para zafarse de las preguntas de Joan Tardà sobre si van a seguir con la política judicial y el «macroproceso» contra los «demócratas encarcelados» y los empapelados en libertad provisional y en Bruselas. Santamaría ha recordado los documentos internos de ERC que auguraban la quiebra del proceso independentista y la crisis entre los partidos nacionalistas si en las elecciones del 21 de diciembre no obtenían más del 50% de los votos. No los obtuvieron. Y la trifulca entre ERC y el PDECAT sobre el candidato huido demuestra cuánta razón llevaban en su análisis. «Sería conveniente que el presidente del Parlament se preocupara de los catalanes, no de un catalán», dijo Santamaría en referencia a Puigdemont, el hombre que insiste en ser presidente de la Generalitat sin ser ni estar y, por tanto, sin someterse al control del propio Parlament.

A otros líos de la familia popular se refirió Pablo Iglesias, los de la corrupción en la Comunidad Valenciana y la financiación ilegal reconocida por el exsecretario general, Ricardo Costa, en sede judicial. Rajoy le contestó que eso ya es historia. Iglesias le restregó frases literales llamando a extender la política valenciana por toda España y consideró una desvergüenza que «gentuza» como el expresidente autonómico Camps siga paseando en coche oficial por Valencia y cobrando un sueldo del erario público mientras la justicia procesa y condena a tuiteros y raperos por sus críticas al poder. El dirigente de Podemos deploró que los supuestos delitos de los que Costa ha acusado a Camps hayan prescrito y afeó las enmiendas del PP para que siga siendo así. Pero Rajoy se mostró isotérmico, como si no sintiera frío ni calor, y lo despachó de un sopapo: «Usted no ha sabido defender la unidad nacional ni la soberanía nacional por mucho que exagere y sobreactúe». Y al contrario que a Ribera y a la socialista Margarita Robles, quien le pidió que no vete las leyes de la oposición para lograr la igualdad salarial de las mujeres, le deseó: «Tenga usted buenos días».

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