¡Qué envidia de Alemania!

15/02/2018

José María Triper.

¡Qué envidia de Alemania! Con esta expresiva exclamación se refería la semana pasada el vicesecretario de Comunicación del Partido Popular, Pablo Casado, al acuerdo de Gobierno en Alemania entre los conservadores de Ángela Merkel y los socialdemócratas de Martín Schulz. Una reedición de la Gran Coalición para la que el sentido de Estado, la voluntad de servicio al país y a los ciudadanos alemanes y una profunda convicción europeísta han prevalecido, una vez más en ese país, sobre los intereses partidistas y las ambiciones personales.

Un pacto de Gobierno con concesiones programáticas por ambas partes, en el que la Canciller ha tenido que ceder ministerios claves para la acción política como los de Asuntos Exteriores, Finanzas y Trabajo, y en el que Schulz ha renunciado a detentar la cartera de Exteriores y hasta a su liderazgo al frente del partido para conseguir que los militantes del SPD aprobaran el acuerdo.

Todo ejemplo que, además de envidia, debería suscitar admiración e imitación pero que se antoja imposible aquí en España. “Rajoy lo planteó en 2015 y 2016 y recibimos el no es no”, respondía Pablo Casado durante su intervención en los desayunos de The Experience Club en el Casino Gran Vía de Madrid. Una táctica usual en la política española esta de ver la viga siempre en ojo ajeno que se queda en la superficialidad de las ramas y no deja ve la profundidad de bosque o no quiere que los demás lo vean.

Porque lo que existe de verdad entre nuestros partidos políticos y sus líderes es prepotencia, desconfianza, ambiciones, rencores, antipatías ideológicas y personales y una visión exclusivamente electoral y cortoplacista de la política, donde el diálogo se sustituye por la crítica, muchas veces irracional e irreflexiva, el interés nacional por la lucha partidaria, la necesidad de construir por la necedad de destruir y la voluntad de acuerdo por el deseo de destrucción del adversario.

Rajoy lo intentó con Pedro Sánchez pero a ambos les faltó altura de miras y respeto personal y político. Lo consiguió después con Ciudadanos y ahí vemos como está el patio ahora. Con los supuestos socios tirándose los trastos en público y en privado, poniendo en peligro la unidad, la estabilidad y la recuperación económica del país, y mirando a las encuestas en lugar de a las preocupaciones reales de los españoles.

La parálisis legislativa del Parlamento y la constatación de que el Gobierno de Mariano Rajoy es ya es el Ejecutivo que ha vetado más iniciativas legislativas de la oposición superando al gabinete de José Luis Rodríguez Zapatero, y la incapacidad para llegar a un acuerdo sólido sobre la crisis catalana es una constatación de esta ceguera de la clase política sin distinción de credo y condición, ante el estupor de una ciudadanía preocupada por la educación, agobiada por la precariedad salarial y en el empleo, angustiada por el futuro de las pensiones, indignada por la corrupción y humillada por el autismo de sus dirigentes.

Pues eso, envidia de Alemania y los Presupuestos sin barrer. ¡País!

 

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