Hasta el moño y a la huelga

28/02/2018

Luis Díez.

Los expertos en valor de uso y valor de cambio han calculado que las mujeres con contrato laboral (8,5 millones) trabajan gratis 54 días al año. Esa es la brecha salarial respecto a los hombres. En términos netos representa unos 5.500 euros menos que los varones. Por esta razón vale suponer que no les importará el descuento de un día más y se puede pronosticar el éxito de la huelga general femenina que han convocado para el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora.

Las mujeres están hasta el moño de que las chuleen los patronos, del machismo campante, de los estamentos y de la legislación vigente. Convocan la primera huelga general en la España del Siglo XXI, empuñan la bandera de la igualdad social y no la van a soltar hasta acabar con la discriminación laboral que padecen por el hecho de ser mujeres. El 8M va a ser algo más que una fecha decorativa en el calendario. Será una jornada de coraje, piquetes, manifestaciones y movilización social. Habrá además mucho despliegue policial para intimidad a las huelguistas y proteger a los esquiroles, pues en días como este, el derecho al trabajo es más sagrado que nunca.

Las convocantes cuentan con el apoyo de los sindicatos y adolecen del rechazo del Gobierno del PP y las patronales, cuya consigna, como siempre ocurre en estos casos, consiste en ningunear el paro y minimizar su impacto. Con eso han de contar por anticipado y procurar que el artilugio propagandístico gubernamental y patronal estalle en manos de esos señores como un huevo podrido a la hora de cenar. ¿Cómo conseguirlo? Con mucho valor. Golpes de efecto serán menester.

Del espanto gubernamental ante la igualdad ya nos percatamos el 28 de enero por boca del presidente Rajoy; al ser preguntado en Onda Cero sobre la brecha salarial entre hombres y mujeres, contestó: «No nos metamos en eso». Su deseo de salir corriendo, cual alama que lleva el diablo, vino a confirmar lo que de antiguo sabíamos: la injusticia y la iniquidad le importan un rábano. El argumentario del aparato del PP contra la huelga fue tan burdo que ni Maillo, con todo lo que manda, se ha atrevido a asumirlo porque contiene falsedades de alto voltaje: «La huelga apuesta por el enfrentamiento entre mujeres y hombres, es elitista, insolidaria e irresponsable». Eso dice.

Ya puestas, las dirigentes políticas de las derechas han dejado una perlería vergonzante. Cristina Cifuentes, presidenta de la Comunidad de Madrid, ha argumentado que ella no hará huelga «porque el 8 de marzo es el Día de la mujer trabajadora, además del cumpleaños de mi hija, que para mí es casi más importante». En su opinión «no hay razones fundadas para hacerla, más allá del puro desgaste político, que es lo que se pretende». La líder de Ciudadanos y ganadora de las elecciones catalanas, Inés Arrimadas, ha manifestado su rechazo a la «huelga feminista» del 8M diciendo: «Yo soy feminista pero no soy comunista; respeto esa convocatoria, pero pido que las que no hagan huelga que no sean tildadas de machistas, como me han hecho a mí».

Pese al «no nos metamos en eso» de Rajoy («eso» son los salarios), el cumpleaños de la hija de Cifuentes con su pan bajo el brazo y la vida resuelta, el taimado desenfoque de Arrimadas sobre comunismo y paro laboral, la realidad no es disfrazable. Las mujeres trabajan un promedio diario de dos a tres horas más que los hombres, el 24% laboran con contratos a tiempo parcial porque se han de ocupar de la crianza y los cuidados de la familia, reciben unos salarios del 22% al 24% menos que los hombres, el 18,4% de las que tienen contrato cobran sueldos inferiores al salario mínimo interprofesional, el 90% de las excedencias laborales son solicitadas por ellas para cuidar de sus hijos… Y cuando se jubilan les quedan unas pensiones miserables: 8 de cada 10 pensiones de menos de 400 euros las reciben las mujeres, mientras que sólo 2 de cada 10 pensiones superiores a 2500 euros les corresponden a ellas.

Si la huelga del 8M persigue lo que los clásicos llaman un aldabonazo social, la proposición de ley de Podemos, apoyada por el PSOE, y aceptada por los demás grupos, a excepción del PP, platea medidas administrativas y sancionadoras por parte de la inspección laboral para «meterse en eso» que habitualmente llamamos justicia social y sencillamente resumimos con el lema: «A igual trabajo, igual salario». Ni más ni menos. Cierto es que, como piden los socialistas, la senda de la igualdad salarial y la consideración profesional de las mujeres ha de comenzar y proseguir en la negociación colectiva y no tiene por qué ser únicamente coercitiva. En cualquier caso, la ley que comenzó a tramitarse la semana pasada es un avance tangible frente a quienes, como Rajoy y sus insaciables clientes, todavía consideran a la mujer como ese animal que acostumbra a vivir en las cercanías del Hombre, es domesticable y se la puede enseñar a callar.

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