Las negociaciones que suponen la firma de la paz por el control de Abertis, que protagonizan ACS-Hochtief y Atlantia, tienen aún muchos obstáculo por vencer, y la vía para plasmar el acuerdo es la más relevante. Hay diversas opciones, pero no todas cuentan con un posible apoyo (aunque sea tácito) del Gobierno, y también del socio mayoritario de la empresa de autopistas, La Caixa.
El sorprendente pacto, que no conocían ni siquiera los gestores de grandes fondos que han invertido en Abertis, ha contado con un motor principal: el temor de los rivales a una batalla que acabase haciendo no rentable la victoria. La empresa que preside Florentino Pérez, que ha sufrido en Bolsa por el posible impacto en la deuda por la financiación de la opa, ha reiterado que preservar su rating era un objetivo irrenunciable. La experiencia con Iberdrola sigue pesando con fuerza. Y así se ha reconducido el largo proceso.
Ahora se trata de la materialización y están diseñados varios proyectos. La creación de una sociedad conjunta que lance una oferta, lo que supone la anulación de la oferta de Atlantia que ta está aprobada por la CNMV. Otra posibilidad es que ACS-Hochtief mantenga su opa, que todavía tiene que ser aprobada por la CNMV, y que Atlantia ayude a la financiación.
Hay otras posibilidades, pero lo más importante es lo que se haga después. Porque el tema central es el futuro de Abertis, y que la salida sea el reparto de activos tendrá el Gobierno en contra, como también a La Caixa. Quieren que, con independencia de la venta de Hispasat, la empresa de autopistas permanezca con su actual perímetro nacional y con su proyección internacional. Otra cuestión es que la sede tendrá que quedarse en España.
Lo que en todo caso la toma de control de Abertis se decanta como la batalla empresarial más larga de la historia de España, por delante de las protagonizadas por el sector energético. La CNMV tendrá de nuevo que analizar las ofertas y previsiblemente los ministerios de Energía y Fomento.
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