La sostenibilidad de la identidad política de Europa

12/03/2018

Jorge López.

El 2017 y este comienzo de 2018 ha sido un periodo clave en lo que a estabilidad política se refiere. Los partidos políticos moderados han recuperado Europa y  principalmente la elección del presidente francés Emmanuel Macron y la reelección de la canciller alemana, Angela Merkel, enmascaran una creciente ola de populismo y sentimiento contra la inmigración que está debilitando la política de los partidos mayoritarios en todo el continente.

Muestran los datos históricos que los resultados electorales obtenidos por los partidos de la derecha radical, están creciendo de manera alarmante. En la actualidad se sitúa en su mayor nivel de los últimos 30 años, la cuota de votantes actual se estima en el 16%, incrementándose en más de un 10%, desde las últimas dos décadas.

La derecha radical populista ha dejado su mayor marca en Europa del Este y Escandinavia, donde estos partidos son actualmente miembros de cinco gobiernos en ambas regiones. También han mantenido incursiones serias en el corazón de Europa, siendo su impacto más leve pero no menos relevante en Bélgica, Alemania y Francia.

Este cambio en Europa ya lo hemos vivido en USA, pero parece que en Europa la línea seguida es mucho más radical. Si bien ha habido un aumento del populismo en general, es el ala derecha de este movimiento la que ha redefinido la política actual. La línea política  de estos partidos ha combinado las  tendencias populistas con el nacionalismo desmedido. La similitud es muy importante entre los partidos, destacando puntos fundamentales como son el fuerte control de la inmigración, el sentimiento anti-europeo y anti-élite. Aunque haya una tremenda similitud existen también discrepancias en algunos puntos, principalmente,  en el ámbito social. Pero sin ir a los flecos o puntualidades y focalizando la idea de unidad ideológica  podría quedar resumida en seis puntos clave: inmigración incontrolada, soberanía nacional, globalización, desaparición de trabajos de manufactura, élites corruptas y un claro aumento de la desigualdad de ingresos.

Estos son asuntos o problemas fundamentales que hay que atender para analizar el creciente sentimiento anti-europeo. La realidad es que aunque es difícil obtener datos detallados sobre estos temas y los datos macroeconómicos no muestran relación consistente alguna. Sí que se puede ver, en las diferentes encuestas realizadas, el pesimismo sobre el futuro de la Unión Europea, es cada vez más preocupante, al igual que contemplar  la globalización como una oportunidad de crecimiento es un pensamiento cada vez más escéptico para el europeo de a pie. Cabe destacar el incremento de la participación en encuestas respecto al número de votos en las elecciones. Mostrando los resultados un poderoso cambio en el ámbito político europeo y llevándonos a un estado de alerta a la hora de vigilar y analizar con minuciosidad las próximas elecciones.

Aunque es un problema grave y que hay que tenerlo muy en cuenta, la realidad es que por el momento la estabilidad dentro de Europa no peligra y habrá que observar el hacer de los gobiernos actuales para cambiar la dirección que está tomando la población hacia un cambio tan extremista. No podemos quedarnos sólo con un lado de la cara de la moneda y debemos preguntarnos el porqué de este renacer, fundamentado tal vez en una creciente desigualdad entre los resultados macroeconómicos y la realidad económica.

Esta situación repercute directamente en los mercados europeos que, ante este tipo de situaciones, ya sabemos cómo reaccionan. No es casualidad que Europa lo haga, en la gran mayoría de las ocasiones, peor que USA, y parece que la incertidumbre política es un factor determinante en el pensamiento inversor con respecto a la inestabilidad creciente. Aunque por el momento no tiene un peso crucial, si las expectativas siguen por este camino que hemos mencionado, el impacto podría ser mucho mayor.

Jorge López es analista de XTB

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