Periodismo vs Redes Sociales

14/03/2018

José María Triper.

Confieso que no tengo Twitter, ni falta que me hace. Si estoy en Facebook pero lo utilizo sólo de forma ocasional y como instrumento para comunicarme con amigos y familiares que están lejos. Es una posición que mantengo no por estética ni por una actitud contraria a la tecnología y al progreso, sino en defensa de unos valores de defensa de la libertad, respeto a la verdad, derecho a la información, autonomía del individuo, servicio social. Es decir todos esos valores que son el principio esencial del periodismo y que las redes sociales pisotean diariamente. Principios que siempre he procurado practicar y que me llevan también a sentir el más profundo desprecio hacia la masificación, el pensamiento único, el adoctrinamiento y la mentira,  que son el distintivo hoy de esas mismas redes por la manipulación de muchos de quienes se sirven de ellas y las utilizan.

Desde las redes sociales se difunden falsedades, se lanzan invenciones disfrazadas de información, se insulta, se vulneran los derechos al honor y a la intimidad, se publican noticias sin contrastar y, lo que es más grave, sin base real ni fundamento. Se catequiza a las masas con embustes y falacias. Se moviliza a sectores desinformados y, por ello, fácilmente manipulables. Se alienta el odio y la violencia, se hieren los sentimientos, se excitan el morbo y las bajas pasiones y se busca la más absoluta alienación de una sociedad a la que se pretende dirigir y controlar.

Las recientes tragedias que nos han sacudido a las gentes de bien con los amargos desenlaces de los casos de Diana Quer o del niño Gabriel, han vuelto a poner de manifiesto esta prostitución de las redes sociales, convertidas hoy en un estercolero en el que se enfangan gentes sin escrúpulos, políticos populistas, intereses económicos, intenciones bastardas, arribistas, falsos intelectuales, pseudoartistas fracasados y todo un sinfín de ociosos y cobardes amparados en muchos casos por el anonimato o el pseudónimo.

Y frente a este muladar de falsedades y calumnias el periodismo, el auténtico periodismo serio y profesional, languidece arrinconado ante el empuje de una sociedad cada vez más cómoda y servil y golpeado gravemente por las crisis económica.

“El periodismo no está muerto, pero si está gravemente herido”, me comentaba no hace mucho un veterano maestro de esta profesión. Las redes sociales, la multitud de panfletos digitales y ese culto por la inmediatez y lo escabroso, están haciendo mucho daño al PERIODISMO con mayúsculas. Eso sí, ayudados por la inestimable colaboración de muchas empresas periodísticas que con la crisis han perdido el apellido para quedarse solamente en eso en empresas que han descapitalizado humanamente las redacciones sustituyendo a los profesionales por becarios y jóvenes titulados a los que pagan salarios de miseria y a quienes pueden moldear en función de los intereses empresariales o políticos de quienes les dirigen.

Sí. El periodismo de verdad está gravemente herido pero no más grave que la sociedad en la que hoy se desenvuelve. El problema no está en los medios, o no sólo en los medios, sino un mundo y una ciudadanía que ha vuelto a resucitar los populismos, los nacionalismos y los extremismos, sometida por su abulia, su acomodamiento y su molicie. ¡Qué piensen ellos!, parece ser el lema hoy imperante. Y mientras siga así seguiremos rebozados en el fango.

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