No se produjeron más incidentes que la guerra de cifras sobre los manifestantes. El departamento de Interior cifra en 50.000 los asistentes mientras los organizadores elevan la cifra hasta más del cuarto de millón. Lo más importante es el carácter festivo de la marcha; lo más político, el insistente llamamiento a la huelga general; la nota negra, que al final del acto varios centenares de personas se concentraron ante el Parlament –sin que lo impidieran los Mossos- pese a la petición expresa de los organizadores que no se hiciera. Toda la manifestación estuvo “protegida” por un servicio de orden que cortó de raíz los pequeños conatos de provocación.. Uno de ellos se produjo cuando un grupo de  manifestantes increparon a dos supuestos Mossos de paisano, que fue contrarrestado  con gritos de “no a la violencia” y silbidos a este grupo que todos interpretaron que pretendían enturbiar el pacífico sentido de la marcha .

Poco antes de las siete se ponía en marcha la manifestación protagonizada detrás de la pancarta  “la calle es nuestra, no pagaremos su crisis” . Participaban personas de todas las edades que no cesaban de corear  por personas de todas las edades. Gritos de “Que no, que no nos representan” se mezclaban con los de “Puig dimisión”, además de los de “bote, bote, bote, político el que no vote” o “dos mil euros por un político honesto”, aunque eran muchas las pancartas que reivindicaban el carácter pacífico de este movimiento. También coreaban en muchos momentos la convocatoria de una huelga general. Era la forma de intentar neutralizar el mensaje dado por las autoridades tras la violencia registrada el pasado día 15 ante el Parlament.

Hay que destacar el homenaje –por medio de aplausos- del presidente de Justicia i Pau, Arcadi Oliveres, el que el consejero de Interior está estudiando unas declaraciones suyas por si son constitutivas de delito. Oliveras rechazó los actos de violencia del pasado día 15, pero asimismo puso en duda que los incidentes los protagonizaran miembros de los “indignados” y no descartó que aquellos actos violentos no se produjeran por casualidad.