La irrupción de Harold Pinter, a finales de los años 50, supuso una conmoción para la escena primero británica, y a la postre mundial. Emparentado con Genet, y heredero de Beckett e Ionesco, el londinense, tras un fracaso inicial, logró imponer su estilo pinteresco sobre los escenarios, compuesto de atmósferas opresivas, habitaciones cerradas y unos pocos personajes que con diálogos esquivos se aguijonean, en un ambiente tenso, misterioso y cargado de latentes amenazas.

Hoy Pinter sigue fascinando. Medio siglo después se mantiene intacto el hipnotismo de sus composiciones. Y el desafío para todos aquellos que lo llevan a escena. No solo por su engañosa simplicidad, sino por la complejidad que suelen esconder, paradójicamente, sus mínimas tramas.

En esta ocasión ha sido Nacho Aldeguer – un joven, pero muy experimentado, actor; curtido en series como Cuéntame, y en diferentes medios y formatos – quien se ha atrevido con El amante, una obra escrita en 1963 por Pinter para la televisión.

Hipnótica tensión

Asombra en primer lugar contemplar, y si pinchan en el anterior enlace lo comprobarán, la tensa violencia y sexualidad que traspira el material estrenado, a comienzos de los 60, por la televisión británica. Y mucho más si lo comparamos con nuestro Estudio 1, el añorado, e idealizado, programa teatral de la televisión española, más proclive aquellos años a la suavidad de un Casona que a la tensa sexualidad pinteresca.

Una tensión, planteada ya desde la primera línea de diálogo, que el joven Aldeguer logra mantener, especialmente en la primera parte de la obra. Y que se sirve, por un lado, del buen oficio de sus intérpretes; la bella Verónica Echegui y su compañero Daniel Pérez Prada, mejor conocedor de la obra, y muy acertado en su papel del contenido marido. Y, por otro, de un notable uso de la música y de una buena disposición de los elementos sobre la escena.

Una propuesta, en definitiva, que se completa con un festivo, y muy bien musicado, prólogo, y que supone en fin una excelente ocasión de revisitar, o acercarse, al teatro del renovador premio Nobel.

Muy recomendable.