Mientras los indignados valoran la pacífica manifestación del domingo en Barcelona de “éxit rotundo” y aseguran que “la calle es nuestra”, Felip Puig –el cada vez más conocido consejero del Interior- ofrecía los Mossos d´Esquadre a los alcaldes que quieran terminar con las acampadas de los indignados: “Si no hay riesgo, no podemos intervenir, pero es evidente que no se pueden mantener las acampadas de manera indefinida, por esto estoy a disposición de los ayuntamientos si consideran que esta situación puede colisionar con la verbena de san Juan”. Cabe recordar que este mismo argumento lo utilizó el conseller para desalojar con gran violencia la Plaça de Catalunya el 27 de mayo, en aquella ocasión por los enfrentamientos que se pudieran producir con las celebraciones de la Champions.

Precisamente el día 23 el conseller comparecerá en el Parlament para explicar el dispositivo policial del pasado día 15, cuando los indignados trataron de impedir la entrada de los parlamentarios en la Cámara catalana y se produjeron serios enfrentamientos provocados por grupos violentos que irrumpieron en la concentración pacifista.

Por ello Puig valoró que el domingo “hubo una manifestación y una libre expresión de los ciudadanos ante el descontento de la marcha de la economía y por una situación social que no gusta a muchos ciudadanos tanto de Catalunya como del resto de España”. También reconoció una obviedad: “Soy consciente de que no soy el conseller mejor valorado del Govern”.

La violencia que se produjo ante el Parlament y cuyo origen es cada vez más confuso fue recibido por la clase política con una cierta satisfacción: denunciaron una supuesta doble moral del pacifismo de los “indignados” y se explayaron con las imágenes violentas de un pequeño grupo (sólo se han producido diez detenciones que el juez ha dejado en libertad con cargos). Pero si trataron de que este movimiento perdiera popularidad, los “indignados” la recuperaron con creces en la manifestación del dominical, donde un riguroso servicio de orden controló que la marcha se produjera sin incidentes. No es de extrañar que ayer políticos de diferentes partidos salieran en defensa de su trabajo, unos como Duran Lleida, asegurando que “no todos los políticos son iguales” y otros limitándose a defender el sistema.

En estas el president de la Generalitat aprovecho un acto en Fomento del Trabajo para mostrar su “comprensión” con los manifestantes: “Hay quien tiene la sensación que no han creado los problemas y en cambio sufren sus consecuencias”, consideró comprensiva y humana su malestar, para acto seguido negarles cualquier esperanza de que pueda dulcificar los recortes (que para muchos aprovechan la crisis como excusa para tomar otras medidas también duras).

Artur Mas aseguró que “para resolver la situación no hay atajos, ni milagros ni soluciones mágicas” y aseguró que el problema no es sólo del Govern , sino que implica a todos, pero es el Govern quien lo ha de dirigir “y poner la cara y recibir las bofetadas”