El último poemario en castellano de Pere Gimferrer es incendiario. «Las llamas», con poemas fechados en 2016 y 2017, refrenda la radical voluntad innovadora del genial escritor barcelonés. Y también su magistral dominio de la tradición poética, tanto española como universal.

La obra, editada en la colección Vandalia de la Fundación José Manuel Lara, se enriquece con un brillante epílogo de Aurora Egido, que dialoga con los versos de Gimferrer de una forma verdaderamente deslumbrante, a partir de la imagen de la llama, que rememora la «caligrafía del fuego» con que se trataba de definir su poesía.

«Las llamas» habla, en versos no siempre fáciles, que hay que leer una y otra vez hasta tratar de captar todo su sentido, del amor, que «es lo que nos hace perdurables más allá del tiempo», subraya el autor. Pero también del paso del tiempo, una auténtica obsesión de Pere Gimferrer. Pese a que proclama que «es un paso del tiempo que no se agota porque vive en el poema». Y «el poema está fuera del tiempo poque crea su propio tiempo».

Son versos difíciles de entender. Y Gimferrer admite que «yo no me propongo que los lectores me entiendan, me propongo que los poemas gusten».

En cualquier caso, «es el deseo un huracán de llama/y en el deseo un huracán nos llama». Y lo hace en «una noche cerrada de hierro colado», donde se muestra/se oculta «la careta de fuego del amor».

«Todo lo que en la noche resplandece» se convierte en «las llamas del deseo de vivir». Pero hay que «saber que somos es vivir ardiendo en las palabras». Porque «vivir es saber ser aquella llama/que el viento nunca puede derribar».