La tensión comercial entre EEUU y China puede prolongarse

13/04/2018

Dong Chen y Thomas Costerg (Pictet WM). Las amenazas de Trump seguirán siendo retóricas, como herramienta de negociación, encaminada a obtener concesiones de China.

Tras el anuncio de Trump de imponer 25% de arancel a 50.000 millones de importaciones de China el representante comercial de EEUU ha detallado la lista. China ha reaccionado rápidamente con su propia lista por el mismo valor de importaciones de EEUU y Trump intensificado la retórica, sugiriendo hasta 150.000 millones en nuevos aranceles (de 500.000 millones de importaciones de China, que importa 150.000 millones de EEUU).

Posteriormente Trump ha destacado en Twitter su amistad con el presidente Xi Jinping, quien ha reafirmado que China no busca superávit comercial y prometido reducir aranceles a automóviles y otros productos, así como ampliar el acceso a sus mercados para sectores como servicios financieros (especialmente seguros) y algunas industrias manufactureras como automóviles y aeronaves, así como mejorar el entorno de inversión, en particular, la protección de la propiedad intelectual.

El caso es que Trump sigue muy impredecible y China muestra sus músculos, de manera que estos movimientos han generado nuevos temores. Pero por ahora mantenemos nuestro escenario macroeconómico sin cambios: crecimiento 3% del PIB en EEUU y 6,5% en China en 2018, aunque los riesgos han aumentado.

Las amenazas de Trump seguirán siendo retóricas

Seguimos creyendo que las amenazas de Trump seguirán siendo retóricas, como herramienta de negociación, encaminada a obtener concesiones de China. Por ahora los 50.000 millones deben servir para la negociación y de momento no esperamos que se añadan los 100.000 millones de dólares de importaciones chinas a la lista. De todas formas, no se activarán antes de un proceso de consultas públicas de un mes o más. Además, Trump parece sensible a los giros bursátiles: ha puesto mucho énfasis en ello como signo de su éxito desde que comenzó su mandato. Su tono más tranquilizador está probablemente dirigido a calmar a los mercados. A ello se añade que los lobbies de exportadores estadounidenses se están volviendo más visibles y presionan para frenar la retórica peligrosa. Incluso se ha mencionado que el proyecto de ley agrícola de EEUU, que establece subsidios a agricultores y se discutirá a finales de año en el Congreso, puede proteger a los exportadores de soja, políticamente sensibles. Adicionalmente es probable que la burocracia, incluyendo el representante comercial de EEUU, no siga a Trump.

Reducir déficit comercial puede no ser el único objetivo de Trump

Sin embargo, hay riesgo de consecuencias indirectas, potencialmente más peligrosas para ambas economías, por erosión de sentimiento empresarial y fluctuaciones del mercado financiero. De hecho, la tensión comercial entre EEUU y China puede prolongarse al estar en juego elementos geopolíticos.

Hay que tener en cuenta que reducir déficit comercial bilateral puede no ser el único objetivo de la Administración Trump. También puede querer contener la creciente ambición de China en tecnologías. Así, el informe del representante comercial de EEUU señala a la planificación industrial, incluida la estrategia «Made in China 2025», mediante aranceles dirigidos a industrias de alta tecnología que el Gobierno chino quiere favorecer la próxima década: aeroespacial, tecnología de la información y comunicación, robótica y maquinaria.

En este sentido, aunque es probable que China se comprometa a estándares más altos de protección de la propiedad intelectual, no creemos que renuncie a sus políticas industriales y ambiciones tecnológicas.

Así que las tensiones pueden durar mucho más que si sólo se tratase de una disputa comercial, pues la supremacía tecnológica es parte de una competencia mucho más amplia por el liderazgo mundial de las próximas décadas. China quiere expandir su influencia global con iniciativas como el programa del “Cinturón y Nueva Ruta de la Seda”, que quiere conectar Europa, Asia y Oriente Medio por la antigua ruta de la seda y una marítima paralela en 60 países donde China tiene previsto invertir 1,4 billones de dólares, que inevitablemente plantea desafíos para el orden mundial dominado por EEUU. Además, el declive del «hiper-imperio» de EEUU en un mundo multipolar implica posibilidades de desestabilización.

De manera que los desafíos de geopolítica han de vigilarse estrechamente, pues pueden prevalecer sobre las metas económicas anunciadas. Los asesores geopolíticos de Trump, incluyendo el recién nombrado John Bolton, deben ser seguidos estrechamente, al igual que asesores económicos como Larry Kudlow y el Secretario del Tesoro, Steven Mnuchin.

El Gobierno chino tiene fuertes incentivos para evitar una guerra comercial

Por su parte la respuesta del Gobierno chino ha sido también bastante abrupta y agresiva. El valor de mercancías de EEUU que puede ser objeto de nuevos aranceles es el mismo, 50.000 millones de dólares, alrededor del 10% de las exportaciones chinas a EEUU de 2017. La lista de EEUU incluye cerca de 1.300 productos, pero la china 106, así que el nivel «dolor» causado por aranceles chinos en cada categoría de importación de EEUU puede ser mucho mayor al estar más concentrado. Además, la lista incluye artículos como la soja, que puede tener impacto significativo en los precios de consumo domésticos chinos (las importaciones de soja de EEUU representaron más de un tercio del total de éstas en 2017).

Estimamos que el arancel adicional de 25% sobre la soja puede hacer aumentar la inflación china aproximadamente 0,2%, lo que contrasta con la lista estadounidense, destinada a minimizar el impacto sobre los consumidores de su país. El caso es que China trata de añadir presión política a la Administración Trump mediante su base de votantes, especialmente de los condados agrícolas del medio Oeste, esforzándose en obligar a Trump a volver a la mesa de negociación.

Mientras la estimación de costes económicos de medidas proteccionistas, por no hablar de guerras comerciales, está sujeta a incertidumbre por la complejidad de las cadenas de suministro globales. Una hipótesis común es que los nuevos aranceles pueden tener pequeños efectos directos sobre crecimiento del PIB: el impacto del 25% de aranceles sobre 50.0000 millones de importaciones chinas puede ser de menos de 0,1% del PIB de EEUU y China.

De todas formas, el Gobierno chino tiene fuertes incentivos para evitar una guerra comercial con EEUU, dadas sus prioridades de política interna, que los próximos dos o tres años incluyen desapalancamiento de la economía, limpieza del medio ambiente y desinflación de la burbuja inmobiliaria, beneficiosas a largo plazo, para lo que su sector exportador debe proporcionar amortiguación a la desaceleración de demanda interna a corto plazo.

China pues puede estar dispuesta a reducción de aranceles y barreras comerciales a automóviles y servicios financieros, en una solución negociada, pero es poco probable que se amilane ante amenazas explícitas. El presidente chino Xi Jinping, cuyo poder político ha sido impulsado a niveles no vistos desde Mao Zedong, no puede permitirse el lujo de parecer débil. Además, los líderes chinos pueden soportar los dolores económicos más tiempo. Después de todo Xi no se enfrenta al mismo ciclo electoral que Trump y su partido republicano, con elecciones en moviembre. De manera que a medida que la retórica comercial de EEUU se vuelve más estridente la postura de China se endurece.

Si China estableciera medidas de escala similar a los 150.000 millones en nuevos aranceles de la administración Trump se afectaría casi cada mercancía que importa de EEUU. Si EEUU aplica una tarifa global del 25% a todas las exportaciones chinas el impacto directo sobre la economía China puede ser 0,5% del PIB, con daño mucho mayor a algunas industrias con el tiempo e impacto desestabilizador en las cadenas de suministro, en un escenario «perder-perder» para ambos.

Europa es particularmente vulnerable

Así, en caso de que se intensifiquen los conflictos comerciales, los efectos indirectos pueden ser más significativos, incluyendo posible endurecimiento de condiciones financieras, afectando ampliamente a la economía

En este sentido Europa es particularmente vulnerable, dado su grado relativamente alto de apertura al comercio: aproximadamente 25% del crecimiento del PIB de la zona euro en 2017, siendo las exportaciones 47% del PIB en 2017, en comparación con 12% de EEUU-. Además, la zona euro está altamente integrada en las cadenas de valor globales.

El cálculo de la OCDE de valor añadido extranjero sobre total de exportaciones brutas indica que los países más expuestos, con valor agregado extranjero 25-27% son Alemania, Italia, Francia y España. China llega al 29,5% y también es alto en mercados emergentes más pequeños, en comparación con 15% de EEUU. EEUU representa 13% de las exportaciones de la zona euro, seguido de Reino Unido (12%), China (7,5%) y Suiza (6%).

Incluso si la UE queda exenta de aranceles de EEUU, los efectos sobre precio y volumen de productos intermedios pueden verse amplificados por terceros países que adopten represalias y una caída sostenida de la confianza empresarial que afecte a la inversión.

 

Dong Chen y Thomas Costerg, economistas de Pictet WM

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