El templo madrileño del arroz

19/04/2018

Carmela Díaz.

Hace más de medio siglo, en el número 26 de la madrileña calle Juan Bravo, había un pub inglés con el nombre de Saint James que se convirtió en un restaurante especializado en paellas y arroces por la iniciativa de su fundadora, una valenciana que dedicó su vida a convertir estos platos en los más demandados por el público del barrio Salamanca.

Por entonces, el matrimonio formado por José Luis Armengol e Isabel García, empresarios de éxito en diferentes sectores, regentaban una arrocería y un asador en Las Rozas con mucha popularidad entre el público local. Ambos eran y siguen siendo miembros activos de la Chaîne des Rôtisseurs (sociedad gastronómica internacional sin ánimo de lucro dedicada a preservar e impulsar las tradiciones de la buena mesa, la cultura gastronómica, la amistad y el compañerismo). El carácter emprendedor y la experiencia del matrimonio les llevó a adquirir Saint James tras el fallecimiento de su propietaria y a restaurar personalmente de arriba abajo el local para ofrecer una excelente carta de arroces que pronto alcanzó las alabanzas de comensales y crítica.

Debido al éxito de sus arroces José Luis e Isabel abrieron otro establecimiento en Casa Quemada, en La Florida, ofreciendo las mismas especialidades que ya habían hecho famosa esta casa, así como otros platos de la mejore cocina mediterránea: mariscos, pescados y carnes de primera calidad. Después vendrían los restaurantes Saint James abiertos en Rosario Pino, Ortega y Gasset, y Pombo 18 en la zona de La Moraleja.

A pesar de que Saint James ofrece en sus cartas más de treinta variedades de arroces (todos aptos para celíacos) sus propietarios siguen innovando en las recetas para sorprender a los clientes (ahora están investigando platos en los que el protagonista sea el arroz integral). Quizá el a banda sea el más solicitado, con sepia y gambas, además de la mítica paella valenciana que bordan en esta casa, pasando por riquísimos arroces secos y caldosos. Ofrecen también especialidades más arriesgadas como el arroz meloso con setas y foie fresco que resulta potente y delicioso. La fideuá se elabora con mariscos gallegos en diferentes versiones.

Podemos decir que dos son los secretos de la excelencia de estos arroces: en primer lugar, todos se elaboran con un arroz bomba de autor de cosecha propia del que se consumen más de catorce toneladas al año. En segundo lugar, sus arroces no serían los mismos sin su famoso fumet, un fondo totalmente natural cocinado lentamente de manera artesanal con verduras, mariscos y pescados. Y otro punto diferencial: finalizan los arroces con un golpe de horno. Aviso para los amantes del socarrat: indiquen en la comanda su preferencia y el arroz llegará a la mesa a su gusto.

La carta de todos sus restaurantes se completa con mariscos y pescados que se compran directamente en las subastas de las mejores lonjas de nuestro país. Los carnívoros también tienen su espacio, steak tartare de solomillo elaborado al momento, solomillo de vacuno al gusto, confit de pato, hamburguesa de buey Valle del Esla son algunas de las sugerencias que triunfan entre los clientes. El capítulo dulce de la carta es amplio: postres y helados caseros como la tarta fina de manzana, la tarta de queso mascarpone, el bavaroise de café con galleta de almendra caramelizada o el tiramisú de la casa. También cuentan con una bodega que ofrece más de 150 referencias procedentes de todo el mundo.

 

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