La posible entrada de un socio en el capital de Codorníu repite en parte la reciente historia de Freixenet. El grupo Codorníu Raventós, la otra gran empresa de cava de Cataluña, es ahora la protagonista por la posible incorporación a su accionariado del fondo de capital riesgo The Carlyle Group. Y si bien aún no se conoce qué porcentaje cambiaría de manos, la operación esta envuelta en la polémica.
La dirección del grupo ha señalado que el consejo decidió la pasada semana por mayoría (más del 51%) rechazar una oferta que se califica de no solicitada por la empresa. Si bien, admite, al mismo tiempo, que acepta la entrada de un socio externo minoritario que aporte liquidez. La emblemática empresa de bebidas ha reconocido, en un comunicado, la necesidad de reforzar su estructura lo que le empuja a analizar un acuerdo en esa línea, pero siempre que no se trate de una posición de control. Si se alcanza un pacto, sería la primera vez que entran a formar parte de Codorníu propietarios ajenos a la familia fundadora.
Pero la contradicción esta servida. La oferta que ahora está en la mesa de algunos miembros de la familia Raventós es una iniciativa del fondo estadounidense de capital riesgo Carlyle, que ha negociado su entrada con la compra de acciones de socios no conformes con la gestión de la firma vinícola. Ahora la dirección, que lidera la presidenta Mar Raventós y el consejero delegado Javier Pagés, podría reconducir el interés de Carlyle en una vía para reforzar la compañía, respetando en parte el status actual o bien buscar una contraoferta controlada.
En cualquier caso el origen de las divergencias y el deseo de vender de algunos socios parten de la atomización de la propiedad que se produce con la ampliación del número de propietarios. En este caso son 216, repartidos en cinco ramas, y que están ligados con la familia Raventós fundadores del grupo Codorníu. En esta línea, la compañía señala en su comunicado que la eventual entrada de Carlyle serviría para permitir salida de los accionistas «que desean emprender nuevos proyectos personales y profesionales».
La transacción que la dirección quiere que prospere debería combinar la posibilidad de acceder a una inyección de liquidez con el mantenimiento del control de la sociedad, lo que incluye la supervivencia del actual plan estratégico, que tiene como objetivo, junto con al aumento de la rentabilidad, el desarrollo de marcas con más valor que eleven el prestigio de la marca. El plan proyecta lograr un Ebitda (resultado bruto de explotación) por 30 millones de euros que reporten un beneficio de 11 millones.
Aviso Legal
Esta es la opinión de los internautas, no de diarioabierto.es
No está permitido verter comentarios contrarios a la ley o injuriantes.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios que consideremos fuera de tema.
Su direcciónn de e-mail no será publicada ni usada con fines publicitarios.