La fantasía de la física

04/05/2018

Miguel Ángel Valero. Sonia Fernández-Vidal logra, con la trilogía de "La puerta de los Tres Cerrojos", una obra maestra de la divulgación científica.

Niko, un chico solitario de unos 14 años, cambia de rutina y no sigue el camino que cada día recorre para llegar al instituto. Descubre una casa que nunca antes había visto, se adentra en ella, y termina entrando en el Mundo Cuántico, donde hay una guerra entra la materia y la antimateria, un gato que aparece y desaparece, y hasta un taller de relojería que pone a prueba el tiempo. Ya se sabe que todo es relativo, menos la teoría de la relatividad.

Leído así, «La puerta de los tres cerrojos», y su continuación, «La senda de las cuatro fuerzas», parecen relatos de ciencia ficción, o de aventuras juveniles. Es ficción, pero también ciencia, exactamente física cuántica. La obra inicial de una triología que culminará en 2019 ha vendido nada menos que 100.000 ejemplares solamente en España y ha sido traducida a 14 idiomas.

Tiene mucho mérito que una doctora en Información y Óptica Cuántica por la Universitat Autònoma de Barcelona, investigadora en el Centro Europeo de Investigación Nuclear (el CERN, escenario de su novela «Quantic Love»), el Laboratorio Nacional de Los Álamos, y en el Instituto de Ciencias Fotónicas (ICFO), profesora de Física en el centro donde se doctoró, cofundadora de la consultora tecnológica Gauss&Neumann y académica electa de la Real Academia Europea de Doctores, haya sido capaz de escribir estas obras tan amenas.

Porque las dos novelas de Sonia Fernández-Vidal, editadas por Destino, combinan la fantasía y la física cuántica, haciendo que la ciencia sea accesible y atractiva para cualquiera. Son unas fábulas trepidantes, iluminadoras, que muestran algunos de los misterios de la existencia, las maravillas de la realidad cuántica.

Lo que más llama la atención de Sonia Fernández-Vidal no es tanto el esfuerzo de divulgación científica (que ya aparecen en «Desayuno con partículas», «El Universo en Tus Manos», o la ya mencionada «Quantic Love»), como su capacidad de hacer simple lo que para cualquiera de los mortales es algo sumamente complejo. Su planteamiento es brillante, ameno, amable, sin perder nada del rigor científico. Sobre todo, es clarividente y lúcida en su presentación del asombroso mundo de la física cuántica.

Tanto «La Puerta de los Tres Cerrojos» como «La Senda de las Cuatro Fuerzas» (en la que los amigos que dejó en el Mundo Cuántico piden ayuda a Niko para recuperar el equlibrio de las leyes de la física, lo que requiere superar las pruebas de cada una de las fuerzas que gobiernan el Universo), se leen de un tirón.

No son novelas para adolescentes (que harían muy bien en leerlas, no obstante), sino para cualquier persona que quiera pasar unos ratos muy agradables y, de paso, entender algo del mundo que le rodea.

Todo un acierto. Se me está haciendo muy larga la espera para la obra que cierra la trilogía.

 

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