La decisión del presidente Donald Trump de dar por concluido el pacto nuclear de su país con Irán supone volver a la situación previa al acuerdo, en el que participan también otros países occidentales, y conlleva además la vuelta a las listas negras en las que figurarán empresas que mantengan relaciones con ese país. Aunque el tema de la ruptura del acuerdo con Irán formaba parte del programa electoral de Trump -no ha sido una sorpresa- no por ello deja de remover los negocios de grandes grupos que habían aprovechado el levantamiento de las sanciones a Teherán hace casi tres años para instalarse en ese mercado.
Entre los afectados están los dos grandes grupos aeronáuticos mundiales, como Boeing y Airbus. Si bien existen otros eventuales perdedores como las empresas automovilísticas y el consorcio estadounidense GE, así como aerolíneas y hoteleras.
Boeing suscribió en diciembre de 2016 un acuerdo de venta de 60 aparatos por 16.600 millones de dólares para la aerolínea Iran Air; meses después logró otro contrato por 3.000 millones. Boeing, que ha asegurado que respetará la política de Estados Unidos, ha recordado, no obstante, que los contratos con Irán suponían el mantenimiento de decenas de miles de empleos. Por su parte, Airbus, que tiene presencia industrial en Estados Unidos por lo que se ve afectado por las leyes de ese país, había suscrito un contrato para suministrar 100 aviones.
Las empresas automovilísticas también aprovecharon el levantamiento de las sanaciones para competir por la renovación del atrasado parque automovilístico iraní. Desde el alemán Volkswagen a los grupos franceses PSA Citroen y Renault podrán verse enfrentados a tener que elegir entre sus crecientes negocios en el país asiático o a retar al Gobierno americano.
El aumento de los viajes, ya sean turísticos o de negocios, animó a aerolíneas como IAG y Lufthansa a reanudar sus vuelos a Teherán, mientras que empresas hoteleras, entre ellas la francesa Accor, optaron por abrir hoteles en ciudades iraníes.
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