Corruptus ille

09/05/2018

Luis Díez.

El pleno del Congreso de los Diputados se ocupó el miércoles, 9 de mayo, Día de Europa, del desgobierno reinante en Cataluña y Madrid. La socialista Margarita Robles y el podemista Pablo Iglesias interpelaron al presidente del Gobierno y del PP, Mariano Rajoy, sobre la corrupción que desde hace veinte años, dijo Robles, mina a los gobernantes de su partido en la Comunidad de Madrid. «La gente está harta», dijo Robles. Pero en respuesta a la situación (tramas Lezo, Púnica, Gurtel, basura sobre la Universidad pública Rey Juan Carlos, dosieres y cintas de vídeo de hace siete años), Rajoy dijo que no va con él, no le afecta. Y aunque admitió que no le han gustado «algunos acontecimientos», no pasa nada porque «en Madrid ha sido donde más ha crecido la economía». Sin mencionar por su nombre a Andalucía, terminó despachando la cuestión con la alusión a los dos expresidentes socialistas (Chaves y Griñán) que han acabado sentados en el banquillo.

«¿Puede garantizar que sus candidatos son tan limpios como usted?», le preguntó Iglesias, a lo que Rajoy evitó pillarse el dedazo con el que ha designado al señor Garrido (consejero de los tres últimos presidentes madrileños) como sustituto de Cifuentes. Con su callada por respuesta a una pregunta tan concreta vino a decir que no garantiza limpieza alguna, vaya a ser que a los juegos de manos con el dinero público, los títulos por el morro y las cremas para lucirlo se añadan los que mangan albornoces en los hoteles. Eso sí, el presidente no olvidó suministrar argumentos populistas de barra de bar. «Usted tiene que preguntar por lo que hacen otros porque el Gobierno lo hace muy bien». Y como si se tratara de echar pan a los patos, se refirió «al becario» que no aparecía por su puesto (en alusión a Iñigo Errejón), «al superior» que no pagaba la cuota de la Seguridad Social de su ayudante (Pablo Echenique, que va en silla de ruedas) y a una diputada que rompía los espejos retrovisores de los coches porque no le gustaba que aparcaran en la calle donde vivía. «Y todo eso en dos años», remató.

Saltó Rivera, al que le resbalan las mentiras con máster y cremas para seguir apoyando al PP, emplazando a Rajoy a resistir al «golpe de Estado» en Cataluña y recurrir al Constitucional el «voto delegado» de Puigdemont y Comín, prófugos de la justicia. Le contestó Rajoy que ya ha presentado 25 recursos y sus servicios jurídicos no lo aconsejan en este caso. Replicó Rivera que sus diputados han recurrido y el Constitucional ha admitido la apelación. Le respondió Rajoy que el Parlamento catalán tiene esa prerrogativa y también los diputados del PP han recurrido. «Está usted de ‘aprovechategui’ en asuntos importantes, pero créame, esto no da votos», le espetó. La pregunta del líder naranja no fue muy acertada si tenemos en cuenta que el Consejo de Ministros se reunía poco después en el Congreso para ratificar el recurso contra la investidura de Puigdemont.

La gresca a cuenta de la corrupción prosiguió a cargo de la mano derecha de Rivera, Juan Carlos Girauta, quien pidió explicaciones al ministro de Fomento, Iñigo de la Serna, por mantener de presidente del Puerto de Barcelona «al imputado» en el «pica-pica» (la trama del 3%) Sixte Cambra. Amigo y hombre de confianza de Jordi Pujol y de Artur Mas, este Cambra, representante de la antigua Convergencia en el comité de los Juegos Olímpicos y en la directiva del Barça, ya ha anunciado que deja el cargo en cuanto se forme el nuevo gobierno catalán. De momento, Cataluña sigue gobernada desde La Moncloa, lo que permite a C’s exigir destituciones. Solo que en este caso todavía la Justicia no ha comunicado al mencionado señor su situación de «investigado», según dijo el ministro Serna. A continuación reprochó a los naranjas, presentes en el consejo de la Fira de Barcelona, que no hayan pedido la dimisión del director general de la feria, Constantí Serralonga, quien se encuentra en la misma situación, aseguró.

De todo lo cual se desprende la razón del predicador cuando dijo: «Herida la raíz por la inmoralidad, circulará el virus por todo el árbol sin que haya rama no infectada por la corrupción en la que poner la mano». Y lo que es peor, en la que encanar un injerto.

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