El encanto de los clásicos

16/05/2018

Carmela Díaz.

¿Quién de nosotros no ha quedado para tapear o cenar en la terraza de Hevia, en pleno corazón de la calle Serrano, una vez que llega el buen tiempo? Más de medio siglo avala a este clásico establecimiento, uno de los grandes veteranos de la hostelería madrileña que ha sabido adaptarse a los gustos de las nuevas generaciones. La calidad de su cocina y su agradable servicio, con los hermanos Ismael y Fernando, tercera generación Hevia al frente, hacen que cenar o comer sea sinónimo de garantía. Sigue siendo uno de esos lugares de referencia a los que acuden desde los paladares gastro más tradicionales hasta los nuevos foodies. Y es que los clásicos vuelven a ser tendencia. ¡Afortunadamente!

Este establecimiento siempre ha estado entre los lugares preferidos de los madrileños, especialmente en su animada terraza de manteles de hilo blanco, donde son célebres los pinchos de ensaladilla de ahumados y rusa, de jamón ibérico, ostras gallegas, tigres, tortillita de patata con o sin cebolla, flamenquines o sus callos.

En el comedor destaca el buen producto con el que se elaboran sus platos tradicionales, entre los que destacan las verduras de huertas del Ebro (espárragos navarros, guisante de lágrima…), los pescados salvajes (cocochas de merluza, lenguado…), unos calamares riquísimos que traen en exclusiva desde Galicia para su carta y una selección de carnes rojas (lomo de rubia gallega, steak tartar…).

Pero, sobre todo, hay que decantarse por las recetas históricas de la casa como el tronco de bonito escabechado en salsa de perdiz -está buenísimo, es casi obligatorio pedirlo-, las patatas con foie y trufa negra sobre salsa de hongos, los sesitos rebozados con salsa de alcaparras, el revuelto de tuétano con trufa o las ancas de rana al ajillo o rebozadas.

Tampoco debéis perderos su tortilla menuda, una elaboración especial solo cuajada por una de las caras y rellena de puerros confitados, ajetes, setas, guisante y otras verduras de temporada. O un plato de reciente creación que les ha quedado redondo: la suave albóndiga de rabo de toro sobre una salsa de tomate casera y puré de patata.

Los vinos han sido y son la pasión gastronómica de la familia. Tanto es así que en los años 80 los primeros Riberas del Duero y los Riojas y vinos de procedencias de nuevo cuño, tenían en Hevia uno de sus primeros clientes. El año pasado, con motivo del 53 cumpleaños del restaurante, lanzaron su vino propio Hevia 53, una opción que sorprende y que os recomendamos probar. Casi tanto como el tocinillo de cielo, el postre especialidad de la familia Hevia; ofrece una textura y un sabor perfecto, ideal para los más golosos.

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