«La aversión al riesgo y los elevados costes de financiación, claves del nuevo modelo financiero»

05/11/2010

Elena García-Lechuz. El presidente de Ibercaja y vicepresidente de la CECA, Amado Franco, ha analizado las claves del nuevo modelo financiero en la conferencia magistral del 25 aniversario del Real Instituto de Estudios Europeos.

El exceso de capacidad instalada, las tensiones de liquidez por un exigente calendario de vencimiento de la deuda para los próximos años y las amenazas para la solvencia con el incremento de la morosidad son los tres retos fundamentales que en estos momentos tiene el sistema financiero español, según Amado Franco.

En su exposición ha resumido algunas enseñanzas que el sistema ha aprendido tras la crisis. Y así ha destacado que el crecimiento económico debe ser el motor del desarrollo financiero en el se deben basar las expansiones crediticias. También ha señalado que la capacidad de pago a largo plazo debe ser la variable fundamental y ha defendido el retorno al negocio bancario tradicional como mero intermediario entre quienes cuentan con recursos y quienes los buscan.

{destacado}Franco ha advertido que el sistema deberá seguir atento a los ciclos y las entidades deberán estar preparadas “llenando los graneros en tiempo de cosecha para el invierno”. Se ha mostrado crítico con los sistemas de remuneración de los directivos y ha dicho que “los bonos son una bomba de relojería para las empresas”.

En opinión de Amado Franco, uno de los rasgos distintivos del nuevo modelo financiero es que la aversión al riesgo será mayor en términos de cantidad y precio. Se ha acabado “el café para todos”, no habrá dinero para todo tipo de proyectos y los inversores institucionales serán más selectivo.

El segundo factor distintivo es que los costes de financiación serán más elevados para los demandantes de fondos, bien sean del sector público o del privado, del sector financiero y del industrial, con cuatro variables que tendrán mucha importancia a la hora de fijar el precio de la financiación. Es decir, el riesgo-país, el sector al que pertenece el emisor, la dimensión del emisor en términos de balance y capitalización y, por último, la calidad intrínseca del riesgo a través de la calificación crediticia o rating. Como dos últimas variables destacan una mejor regulación y supervisión por parte de los organismos reguladores y la volatilidad de los mercados, que  tenderá a reducirse.

Cambios en la gestión de las entidades

En cuanto a los modelos de gestión de las entidades financieras, Amado Franco ha citado como cambios sustanciales los siguientes: las entidades deberán contar con estructuras de solvencia (capital y reservas) y de liquidez más robustas para sobrevivir a coyunturas adversas e inesperadas. En este marco, los depósitos de clientes minoristas retomarán su protagonismo como eje fundamental para financiar la inversión crediticia; en segundo lugar, ha recordado que la elevación de las exigencias de capital, como prescribe Basilea III y también ciertos inversores instituciones, drenará capacidad de crecimiento en volúmenes de crédito, por lo cual la rentabilidad de las entidades financieras se sustentará en la eficiencia operativa y en la adecuada selección de riesgos.

Otro giro cualitativo, según ha expuesto el presidente de Ibercaja, va a ser la vuelta a los fundamentos tradicionales de la actividad bancaria, ese retorno a la “banca aburrida”, la que se basa en la economía real, ya que se centra en los clientes, hogares y empresas.

Amado Franco ha citado también que habrá una menor dependencia de los resultados procedentes de los mercados financieros (bolsa, renta, fija, deuda pública) o de la inversiones en activos inmobiliarios.

Otro concepto que ha introducido como novedad el presidente de Ibercaja,  dentro de la gestión de las entidades financieras a raíz de las enseñanzas aportadas por la crisis,  es que se volverá a “recuperar la capacidad de pago como criterio principal e ineludible en las inversiones y autorizaciones de riesgo, por encima del valor de las garantías aportadas, la preservación de la cuota de mercado o cualquier otro argumento”.

En definitiva, Amado Franco ha subrayado que hay que volver a los ingresos recurrentes de la actividad bancaria minorista, los que proceden del diferencial entre la remuneración al ahorro y los cobros por los créditos y servicios prestados al cliente, todo ello enmarcado en una estructura de fondos propios y liquidez más sólida y un control del riesgo más estricto.

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