Rajoy: «La censura es un chantaje»

30/05/2018

Luis Díez.

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy Brey, fue acogido con aplausos de sus señorías del PP en la sesión de control del miércoles, 30 de mayo, víspera del debate de la moción de censura del PSOE para echarle de La Moncloa e inaugurar una nueva etapa política presidida, al menos, por la decencia. Los aplausos eran de ánimo. Los mejor informados entre los dirigentes del partido conservador sabían que podía ser la última sesión de control en la que participa. O por lo menos, lo intuían. Pero Rajoy no se rinde. «La sentencia (de la trama Gurtel de corrupción del PP) no condena a nadie de mi Gobierno ni a mi partido, se refiere al caso de dos ayuntamientos y por unos hechos ocurridos hace quince años», repitió en respuesta a la portavoz socialista, Margarita Robles, quien le reclamó la responsabilidad política como dirigente de un partido condenado (por responsabilidad civil, ya que no existía la penal cuando sucedieron los hechos) por financiación paralela e ilegal, eso que llaman caja B.

Robles abundó en los duros términos de la sentencia judicial que niegan toda credibilidad a Rajoy, el hombre que conocía y manejaba el partido desde los remotos tiempos de José María Aznar; el que se ocupó de renovar los cargos, apartando a los viejos roqueros fragistas (gerentes, les llamaban); el que hacía las listas electorales pueblo a pueblo; el que quitaba y ponía alcaldes y dirigía las campañas electorales. El hombre, en fin, que no se enteraba de nada y al que no le constaba la financiación electoral (y ordinaria) en B ni las visitas del «hombre del maletín» (Álvaro Lapuerta en aquellos tiempos y después el maladado Bárcenas, con una fortuna en Suiza) a decenas de empresarios. No es que Rajoy mintiera al tribunal, es que, como a sus correligionarios Cascos, Mayor Oreja, Acebes, Arenas…, no les constaba de donde procedía tanta abundancia dineraria para unas brutales campañas electorales. Vale recordar que el PP era (y sigue siendo) el único partido político que no solo no tenía deudas, sino beneficios con su actividad.

Pero a la necesidad de un presidente de Gobierno que tenga credibilidad y pueda garantizar un proyecto de estabilidad y diálogo para impulsar el futuro de este país, invocada por Robles, respondió el jefe del Ejecutivo recordando que ha ganado tres elecciones consecutivas, las de 2011, 2015 y 2016, mientras el PSOE ha cosechado los peores resultados de su historia, y tildando de «atajo torticero» la moción de censura para que el señor Pedro Sánchez pueda llegar al Gobierno, «porque si no es imposible». Le preguntó entonces el portavoz de ERC, Gabriel Rufián, si va a dimitir, a lo que Rajoy respondió que no, que ha sido elegido para un periodo de cuatro años. El republicano independentista catalán completó la cuestión diciendo: «¿Cómo puede acusar a los demás quien incumple la ley?» Y refiriéndose a los socialistas proclamó: «Echar a los ladrones y los carceleros de La Moncloa no es una opción, es una necesidad».

Fue entonces cuando Rajoy miró los apuntes que había sacado del bolsillo minutos antes y ofreció a los distintos grupos parlamentarios su gran análisis político de la moción de censura: «A unos les dice (el señor Sánchez) que si no apoyan se va con Ciudadanos y a Ciudadanos le dice que si no apoya se va a un gobierno Frankenstein… Les está chantajeando a todos ustedes. Vamos a ver quien acepta el chantaje».

Eso fue todo, pues el líder de C’s, Albert Rivera, se ahorró la pregunta. Y, por su parte, Rajoy dejó a la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría que completara el argumentario contra la esa figura constitucional que ahora llaman «chantaje» como si la hubiera implantado un tal Bárcenas y que, de momento, «ya está costando 36.000 millones de euros», según dijo. Es tremendo.

 

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