El ducado de Franco, unirá lo que el destino separó hace más de medio siglo, ya que una vez que Carmen Martínez Bordiu disponga oficialmente del título, se lo cederá directamente a su nieta mayor, una Borbón.

Lo más curioso de la polémica sobre el ducado de Franco, que es un apellido de familia que identifica a más de 42.000 personas repartidas por 3.530 localidades españolas y no el nombre de un acto bélico o similar, es que, posiblemente antes de que acabe el año volverá a manos de un Borbón que llevará el apellido “maldito” en sétimo lugar. El primogénito de Carmen Martínez-Bordiu se apellida Borbón Martínez-Bordiu Dampierre Franco, pero su hija Eugenia, la nieta mayor de Carmen Martínez-Bordiu, lo lleva en sétimo lugar; Borbón, Vargas, Martínez-Bordiu, Santaella, Dampierre, Irausquín, Franco. La noticia es que Carmen, ajena a todo tipo de tratamientos y distinciones porque lo que quiere es seguir viviendo a su aire como hasta ahora, tiene pensado, cuando tenga oficialmente el ducado de Franco en su poder, pasárselo directamente a su nieta, sin pasar por su hijo, que renunciará expresamente a ello.

Carmen fue duquesa de Cádiz con tratamiento de Alteza Real hace más de 36 años, mientras estuvo casada con Alfonso de Borbón. Ese título regresó a la Corona española sin pasar a Luis Alfonso de Borbón por obra y gracia del real decreto de 1987 que regula los títulos de la Corona y que es el mismo que posibilitó que el rey Felipe VI le quitase el título de Duquesa de Palma de Mallorca a su hermana Cristina,  cuando los socialistas han invocado a esa circunstancia para que el rey Felipe VI hiciese lo mismo con el ducado de Franco, no tuvieron en cuenta que el rey puede disponer de los títulos de la Corona, como es el caso del ducado que llevaba la infanta Cristina, pero no del resto. El resto, una vez concedidos por el rey, como es el ducado de Franco, se rige por la legislación ordinaria del Estado. Felipe VI por más que se lo pidan, apelando a la ley de Memoria Histórica, no puede quitárselo por decreto porque no han tenido ninguna conducta inadecuada, que es por lo único que él podría quitárselo. El resto de títulos, que sería el caso del ducado de Franco, se rigen por la ley de mayo de 1948 y demás leyes nobiliarias.  En el escrito del PSOE, se apelaba a la Ley de la Memoria Histórica de 2007, que no tiene ninguna base jurídica para ello porque esa ley no afecta a los títulos, afecta a los símbolos, monumentos públicos, ayudas y subvenciones que recuerden al franquismo, pero no dice nada de los títulos nobiliarios y menos a los otorgados por la actual Monarquía. Tampoco hay normas jurídicas habría que crearlas para solicitar al rey Felipe, como pedía en su escrito el PSOE, que ordene la anulación del ducado de Franco, la retirada del título y la no continuidad del proceso sucesorio y que el Ministerio de Justicia paralice el proceso de sucesión. No existe ninguna norma que permita al rey derogar o dejar sin efecto el título, más allá de lo establecido en la ley de 1948, para aquellas personas que tuvieran o hubieran tenido un comportamiento inadecuado

Aplicada la ley y si no hubiéramos tenido un inesperado cambio de Gobierno, ya habría salido publicada en el BOE la orden ministerial con la sucesión del ducado de Franco a Carmen Martínez Bordiu, que hubiera firmado un Consejo de Ministros de Mariano Rajoy, que nunca llegó a celebrarse, porque es el plazo que marcan las leyes y de la publicación en el BOE, se manda expedir Carta de Sucesión que refrenda el ministro de Justicia y sanciona el rey Felipe.

Carmen Martínez Bordiu afirma no necesitar ninguna distinción. Sin embargo, cree, y su hijo está de acuerdo con ello porque es también el que tiene que autorizar la cesión a su hija por encima de él, que es un regalo perfecto para su primogénita Eugenia. Y más porque es la única de los tres hijos de Alfonso, que no tendría título, dado que en Francia, aunque sea una República, los nobles conservan sus títulos pero les aplican la Ley Sálica por el cual los hombres tienen preferencia sobre las mujeres. De ahí que los gemelos, Luis y Alfonso, sean respectivamente Duque de Borgoña, al ser el mayor en su día también le corresponderá el ducado de Anjou, y Duque de Berry. El Ducado de Anjou lo llevan los delfines de la dinastía real, el equivalente al príncipe de Asturias español. Al primogénito de Carmen Martínez-Bordiu, le faltaba un tercer título para ennoblecer a sus tres vástagos. De ahí que la cesión, por parte de su abuela, a Eugenia de Borbón del ducado de Franco con Grandeza de España, sea muy oportuna y deje olvidado entre el mar de apellidos, el de Franco.

Eugenia de Borbón Vargas, nació en Miami, el cinco de marzo de 2007 porque sus padres, en ese momento residían en Estados Unidos. Para los legitimistas franceses es la princesa Eugénie de Bourbon, primogénita del que sería, si en Francia fuera una monarquía, Luis XX Alfonso de Bourbon, rey de Francia. A la niña le dan tratamiento de Alteza Real, está escolarizada en un colegio católico en Madrid y fue bautizada en París, teniendo como padrinos a sus tíos María Victoria Vargas y su marido Jesús Quintanal.

Carmen volverá a ser duquesa con Grandeza de España por un breve tiempo, hasta que se lo ceda a su nieta. La diferencia es que esta vez será un título sancionado por un rey, el anterior lo sancionó su abuelo Francisco Franco ya que España seguía siendo un Reino aunque sin rey. Reiterando que el rey sólo podría revocar un título si su titular fuera indigno y no hay precedentes en la monarquía actual. De ahí que los que piden que el Ducado de Franco desaparezca, lo hacen en vano porque es un título que se rige por las leyes ordinarias de este país y van más allá de las competencias del rey o del presidente del Gobierno, está amparado por nuestro ordenamiento jurídico y por el comportamiento digno de quien lo ostenta y más ahora que sabemos que va a recaer en una Borbón, curiosamente la nieta del hombre, Alfonso de Borbón, duque de Cádiz y primo hermano del rey Juan Carlos, que un día pudo haber sido el sucesor de Franco a título de rey, en vez de su primo Juan Carlos. Estas son las paradojas del destino.