La jauría y el elefante blanco

14/06/2018

José María Triper.

La Real Academia define la palabra jauría como un “conjunto de perros mandados por el mismo perrero que levantan la caza en una montería”, con una segunda acepción que se refiere al “conjunto de quienes persiguen con saña a una persona o grupo”. Y, a la vista de tales definiciones convendría que el ya ex ministro de Cultura, Máxim Huerta, explicara a quienes estaba llamando perros o quienes eran aquellos que con tanta saña le estaban persiguiendo a sólo seis días de tomar posesión de la cartera ministerial.

¿Se refería, por un casual, a Pablo Iglesias y a Podemos que fueron los primeros en demandar su cese? ¿Hablaba, tal vez, del Partido Popular, que corrió a sumarse al vocerío de las dimisiones, quizás en venganza contra quienes otrora les habían perseguido? ¿Estaba Máxim pensando a la hora de utilizar tan fiera definición en los periodistas, una especie profesional de la que él proviene, a la que pertenece y a la que ahora tendrá que regresar? ¿O calificaba así a algunos de sus compañeros en el Consejo de Ministros y amigos del Partido Socialista que calificaron su posición de “insostenible” y exigieron su cabeza a Pedro Sánchez?

Sin entrar en la inocencia o culpabilidad del ex ministro, la identificación la jauría es algo que el señor Huertas debería explicar en aras de esa “transparencia” a la que el mismo aludía en su comparecencia de renuncia. Una despedida que, en cualquier caso, habrá que convenir ha sido poco elegante y menos ejemplarizante.

Claro que el paradigma de la falta de elegancia y mezquindad ha sido, una vez más, Florentino Pérez, quien haciendo uso de esa prepotencia, chulería y patente de corso que tienen él y el Club al que preside en muchos medios de comunicación, no ha tenido reparos en entrar como un elefante en la cacharrería de la Selección Española de fútbol destrozando la concentración, la planificación, el equipo y el ambiente en vísperas del comienzo del Mundial.

¿Tanto habría costado esperar al final del torneo para anunciar el fichaje del hoy ex seleccionador? Claro que eso hubiera sido anteponer los intereses generales al personalismo, el egoísmo y la necesidad imperiosa de notoriedad de un personaje y sus adláteres que como comentaba un compañero periodista en la misma tarde de los ceses a dos bandas “se han convertido en la mayor fábrica de antimadridistas de la historia”. Pero ellos, incluido el propio Lopetegui que autorizó o consintió el momento del anuncio son así. Están acostumbrados a mandar y a comprar cueste lo que cueste y caiga quien caiga, aunque sea el equipo nacional.

 

 

 

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