No voy a cometer el error de tratar de resumir las densas 297 páginas de «La vida de 100 años. Vivir y trabajar en la era de la longevidad», de Lynda Gratton y Andrew Scott, en unas pocas líneas. Misión imposible para una obra editada por Versus, y traducida por Carlos Calleja, que logró el premio al Mejor Libro del Año 2017 Know Square, y cuya segunda edición es una excelente iniciativa divulgadora del Instituto Santalucía.
La obra, que ha sido escrita «para aquellos que entienden que el pasado no predice el futuro«, se retrata en varias citas. Una, de Woody Allen: «Me interesa el futuro porque es el sitio donde voy a pasar el resto de mi vida». Otra, de Winston Churchill: «Siempre es más inteligente mirar hacia adelante, pero es más difícil mirar más allá de lo que puedes ver». La tercera, de Paul Auster: «Si no estás preparado para todo, no estás preparado para nada». La cuarta, de Nelson Mandela: «la educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo».
Una más, del violinista Stephen Nachmanovitch: «Si nosotros trabajamos creyendo en el largo devenir del tiempo, construiremos catedrales; si trabajamos de trimestre en trimestre fiscal, construiremos feos centros comerciales«.
El mensaje central de este libro es que «con previsión y planificación una larga vida es un regalo, no una maldición». Pero deja muy claro que «sacar lo máximo del regalo que supone una larga vida requiere que todos afrontemos la realidad de trabajar hasta los 70 o imcluso los 80» y «asignar tiempo para realizar inversiones fundamentales en re-aprender y en re-inventarse».
«Si vivimos más, necesitaremos más dinero. Ello significa o ahorrar más o trabajar durante más tiempo», argumentan los autores de «La vida de 100 años».
«Vivir una larga y feliz vida tiene que ver con tomar decisiones racionales y acometer planes dinámicos, pero también tiene que ver con el papel de nuestra identidad como individuos y con los factores sociales», añade. «Una vida bien vivida requiere una planificación cuidadosa para equilibrar lo financiero y lo no financiero, lo económico y lo psicológico, lo racional y lo emocional», recalcan los autores, una psicóloga y un economista. Porque «sobre una vida más larga, los costes de tomar malas decisiones y cometer errores aumentan». Y «sin una adecuada planificación y toma de decisiones, la longevidad tiene el potencial de convertirse en una maldición».
Los autores de este libro avisan que «el peligro reside en que el regalo de una larga vida sea solo accesible a aquellos con la renta y la educación necesarios para construir los cambios y transiciones requeridas». «Sería inaceptable que una larga vida solo fuera una opción para una minoría privilegiada», insisten.
También se desmarcan del miedo a que los robots nos dejen sin trabajo: «El mensaje empírico que nos da la historia es que el progreso tecnológico aumenta la productividad, dispara el estándar de vida y alienta a las personas a gastar y consumir más». «Lo que distingue a los humanos de los robots y de la inteligencia artificial es su capacidad para ser innovadores y creativos, para jugar e improvisar«, argumentan.
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