Sánchez por la pendiente resbaladiza

04/07/2018

Luis Díez.

La pendiente resbaladiza de los parques acuáticos es también una atracción de los debates políticos. Se conoce como ardid o falacia y sirve para justificar lo que no se hace. El maestro Juan de Mairena la explicaría diciendo que si repartiésemos la tierra en Andalucía y Extremadura, los terratenientes pagarían menos impuestos y las consecuencias serían muy negativas para los servicios públicos. Y pondría otro ejemplo: «Si apostásemos por abastecernos con la energía eléctrica limpia e inagotable (sol, viento, mareas y embalses) que olímpicamente despreciamos y, como semovientes que somos, implantásemos el coche eléctrico, los efectos serían demoledores para nuestras petroleras, refinerías y para el sector productivo y de servicios en su conjunto. Por lo tanto, no debemos hacerlo».

Lo mejor (eso que siempre está por llegar) es hacer lo habitual, lo que está haciendo el nuevo jefe del Gobierno, Pedro Sánchez, para «estabilizar» el país, es decir, nombrar sesenta y seis altos cargos más que su antecesor, subir el impuesto del gasoil para ver si contamina menos, fulminar a los censores de la hacienda electrónica pública (RTVE) para colocar a otros menos reaccionarios y más proclives a la causa de la pluralidad. Las dos primeras medidas no eran una demanda parlamentaria. La tercera no ha contado con la mayoría necesaria en el Senado, donde el PP se reserva el nombramiento de cuatro consejeros del ente, pero obedece a las necesidades propagandísticas del PSOE, UP y los nacionalistas para «estabilizarse» a sí mismos. No olvidemos que 2019 es año electoral y que ya Pericles, el inventor de la democracia en la antigua Grecia, necesitaba dramaturgos y mentores como Eurípides, al que nombró general, Esquilo y Sófocles, a los que puso sueldo, para mantenerse en el poder. Se mantuvo treinta años y, como su nombre indica, acabó periclitado. Con todo, consumado el rentable duopolio audiovisual privado a costa del destrozo programado del ente público, lo demás es accidental y anecdótico.

En este país donde los semáforos son signos de la corrupción reinante que debemos respetar so riesgo de que te filmen del ámbar al rojo y te llegue una multa de 200 euros con dos puntos menos del carné de conducir, hubo un tiempo en el que si el Gobierno decía que no iba a subir la gasolina se formaban colas para llenar los depósitos. Era un tiempo de poderes fácticos en el que la gente sabía por experiencia el significado de las palabras en boca de los felones. La felonía decreció algo, muy poco, pero reverdeció enseguida con autores tan notables en la memoria de todos. Puede que político y mentiroso no sean términos ambivalentes aunque la mayoría absoluta de los ciudadanos los considere sinónimos. Si un político, caso de Sánchez, apuesta por el federalismo y en tal sentido propugna la reforma de la Constitución, ¿qué sentido tiene que cree cuatro ministerios más? Lo coherente sería lo contrario, es decir, reducir a cuatro los ministerios: Exteriores, Defensa, Hacienda y Presupuesto e Interior. Las demás competencias pueden ejercerlas secretarios de Estado. La incoherencia es la demostración de la falsedad. La «emergencia social» puede esperar a que los compañeros de la ejecutiva del partido (algunos ya jubilados) y los amigantes ocupen sus cargos.

Esto no invalida la aplicación de la ley penitenciaria que ordena la mayor proximidad que posible de los reclusos (sean políticos o hayan sido condenados por terrorismo) a su residencia familiar. El cumplimiento de la ley ha de empezar por el propio Ejecutivo. Tampoco invalida la respuesta del presidente Sánchez al todopoderoso nacionalista Trump, empeñado en confundir la seguridad con el suministro de armamento, especialmente la venta de cazas F35B, los aviones de combate que dice el jefe de la Armada, Teodoro Esteban López, que quiere para sustituir a los Harrier a bordo del buque «Juan Carlos I». Y, desde luego, tampoco puede invalidar las acciones humanitarias para evitar la muerte de inmigrantes y refugiados en el Mediterráneo central y occidental. Sin embargo Sánchez se engaña y nos quiere engañar cuando habla de la Unión Europea como un territorio común, como si no fuese una mera suma de Estados con intereses particulares y una sola misión principal: preservar los intereses del capital económico y financiero. Pero de esto y del fracaso, en términos operativos, de la última cumbre europea, no se ha hablado esta semana en el Congreso por falta de pleno de control, como es tradicional la primera semana de mes. Por lo demás, las «primarias» del PP («made in Maillo») para que algo más de 60.000 afiliados elijan nuevo líder han tenido muy ocupadas a sus conservadoras señorías.

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