Irlanda alternativo

11/07/2018

Carmela Díaz.

Playas arenosas, pueblecitos pesqueros, valles frondosos que dan paso a castillos y senderos de acantilado… Son solo algunos de los motivos que llevarán al viajero a recorrer la ruta costera de la Calzada, una aventura de legendaria belleza con el mar como testigo.

Todo comienza en Belfast. Situada a solo dos horas en coche de Dublín plantea el mejor punto de partida de la mano de uno de sus imprescindibles: Titanic Belfast, el centro interactivo que trata como ningún otro la historia del transatlántico más famoso del mundo y el papel de la ciudad en que fue construido. Nadie sabe tanto del Titanic como su ciudad de origen.

Derry City, pueblos de la ruta

Caminando sobre el mar por el sendero de los Gobbins. La primera parada ineludible de esta ruta costera es una experiencia única para los visitantes; un recorrido lleno de biodiversidad, repleto de historia y con envolventes vistas que se alza sobre el mar pendiendo de los acantilados de basalto. Sus creadores lo erigieron hace más de un siglo y desde entonces supone una visita obligada gracias a su acuario, el puente tubular y el Wise’s eye, un punto del sendero desde el que puede sentirse el rugir de las olas en los acantilados.

Cushendun, tras la pista de Melisandre. La costa de Antrim guarda un rincón que regala una peculiar perspectiva de su litoral asociada a una de las series del momento, Juego de Tronos. En una playa a la salida de los valles de Glendun y Glencorp, las Cuevas de Cushendun fueron la localización donde Melisandre da a luz a la sombre que mataría a Renly Baratheon.

Un columpio sobre las olas. Cruzar el puente de cuerda Carrick-a-Rede trae consigo una de las mejores panorámicas de la ruta. Construido hace más de tres siglos por pescadores que se dedicaban a la captura del salmón, une la isla de Carrick con el condado de Antrim; atravesarlo supone disfrutar de un paisaje que permite divisar la isla de Rathlin e incluso Escocia.

Puentes colgantes

Donde las leyendas cobran vida. Sobran las presentaciones para esta maravilla geológica con casi sesenta millones de años de antigüedad, la Calzada del Gigante. Cuarenta mil columnas hexagonales de basalto esculpidas a capricho por la naturaleza se adentran en el Atlántico para formar uno de los espacios naturales más espectaculares de Europa, declarado a su vez Patrimonio Mundial por la UNESCO.

Calzada del gigante

Dunluce, un castillo cómplice de la historia. Las ruinas de este castillo de Dunluce son uno de los lugares más espectaculares del mundo. Desde su construcción en el siglo XIV, Dunluce ha sido el centro de relatos de banshees y sus lamentos, contrabandistas e historias de amor. Una gran tormenta lo derrumbó en el siglo XVII dando lugar a vestigios asombrosos encaramados al acantilado.

Castillo Danluce visto desde la costa norte

Templo de Mussenden. El último tramo de la ruta costera de la Calzada llevará al viajero hasta la arena de la playa de Downhill, vigilada por uno de los monumentos más emblemáticos de Irlanda del Norte, el Templo de Mussenden. Erigido originalmente como una réplica del templo de Vesta, en Roma, se ha convertido con el tiempo en un icónico lugar donde ir a relajarse, dejarse llevar por el ritmo del mar y, sobre todo, contemplar la puesta de sol justo detrás del templo.

Templo Mussenden

Última parada: Derry-Londonderry. La historia se abre camino a cada paso en la ciudad de las murallas. Su trazado urbano y los alrededores ofrecen preciosas panorámicas y múltiples opciones de ocio y turismo activo. Recorrer el valle de Glenelly buscando inspiradores sabores por el camino, hornear pan según la receta tradicional en la granja Bradkeel, conocer el proceso de elaboración artesanal del queso, adiestrarse en el arte de la pesca del salmón o dar paseos a caballo en el valle de Faughan son algunas de las propuestas para disfrutar este vivo enclave.

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