Saracho aceptó presidir el Popular porque la acción subió el 10% al conocerse la propuesta

12/07/2018

diarioabierto.es. En su comparecencia ante la Comisión del Congreso que investiga la crisis, el útimo presidente de la entidad asegura que le daba "pereza infinita" asumir este cargo, pero que aceptó "por responsabilidad".

El presidente del Banco Popular hasta su intervención en junio de 2017 por la Junta Única de Resolución (JUR), Emilio Saracho,  aceptó, después de negarse varias veces, a presidir esta entidad porque la acción subió un 10% tras conocerse la propuesta.

Durante su comparecencia ante la comisión que investiga la crisis en el Congreso, Saracho explica que la noche del 1 de diciembre llamaron a su casa para comunicarle que el consejo de administración del Popular había acordado ofrecerle la presidencia, algo que rechazó porque no se había producido el análisis del estado de la entidad que había exigido en contactos previos. «No hemos hecho lo que dijimos que teníamos que hacer, por lo tanto la respuesta es ‘no’. No puedo aceptarla, no sé qué queréis, no os conozco, no me habéis dicho nada», cuenta.

Minutos después,el presidente de la CNMV, Sebastián Albella, le llamó porque iba a hacer público un hecho relevante con su nombramiento, ante lo cual le trasladó que, en caso de que se le nombrara, desmentiría tal información. «Hay que darle mérito al señor Albella. Me dice que si te ofrecen la presidencia del Popular, no te puedes negar. Dije ‘bien, de acuerdo, no me puedo negar'», narra.

«Es como si me ofrecen la Torre Eiffel, siempre que no la tenga que comprar. Esto es literal, se lo dije. Acto seguido me mandan un hecho relevante en un e-mail a los 20 minutos», ha dicho. En esa transmisión se dijo que «por unanimidad», algo que «con el tiempo hizo inevitable» que aceptase la presidencia.

El último presidente del Popular asegura que, antes de rechazar el cargo la misma noche que se publicó su nombramiento, ya había dicho que no a una propuesta de presidenta de la comisión de nombramientos del Popular, Reyes Calero.

Afirma que le daba «pereza infinita» asumir este cargo, pero que aceptó «por responsabilidad» al ver que la acción subió un 10%. «Nunca sabremos cuánto era por alegría de mi llegada o por la desaparición del señor Ron. Digamos que 50-50», afirma, destacando que de esta forma se «solucionaba la crisis de gobierno corporativo» en la entidad.

«No estoy arrepentido, a mí me nombró el propio caos del Banco Popular. Es el caos el que me puso en el Banco Popular», proclama Saracho.

Entre las razones por las que rechazó el cargo,cita que el Popular era «el mayor problema que había en banca en Europa». «Si eliminamos el Deutsche Bank», precisa. Y porque su papel en la banca de inversión (ocupaba la vicepresidencia mundial de JP Morgan) «se parece como un huevo a una castaña» a la presidencia del Popular.

Le argumentaron que la entidad buscaba un perfil de «gran reputación internacional» que pudiera realizar ampliaciones de capital en caso de necesitarse o vender el banco. Saracho avisa que la elección de su perfil era como colocar «un lazo rojo con un ‘Se vende'». «Nadie creerá que no voy a venderlo, porque es inevitable. Va con el traje», señaló a los representantes del Popular, pese a que le dijeron que estaban «abiertos» a cualquier opción.

Saracho asegura que llegó a reunirse con Ángel Ron antes de recibir formalmente el ofrecimiento, a petición propia, y que durante esa conversación le llegó a preguntar si aceptando la presidencia, podría acabar metiéndole en la cárcel. «Si tienes algún problema en el banco, de naturaleza tal que tu sucesor tiene la posibilidad de acabar metiéndote en la cárcel, esto acaba aquí. Porque no hay nada en el mundo que me compense en una situación que voy a complicarte a ti la vida», ha dicho que le dijo.

Ron contestó que no compartía la sustitución y que consideraba «desestabilizador» la operación. «El consejo estaba en guerra abierta», explica Saracho, que ha llegado a comparar a su predecesor con un «un muñeco» al que le habían «pegado más palos que a nadie». «¿Cuántos palos se le pueden pegar a un muñeco antes de que ya proteste? Pues a este muñeco se le habían pegado más palos que a nadie que yo conozco», concluye.

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