Con todo lo que está cayendo en la piel de toro cuando el Estado pare que está haciendo aguas por numerosos agujeros quizás es bueno hablar de un problema real que afecta a miles de ciudadanos y que por ser habitual pasa desapercibido: El trabajo de los abuelos durante las vacaciones escolares.

Desde que la mujer se ha incorporado masivamente a la vida laboral -y actualmente la gran mayoría de familias necesitan dos sueldos para llegar a fin de mes- cada periodo de vacaciones escolares representar para muchos un grave problema: ¿qué hacer con los hijos?

Navidades, semana santa y especialmente en verano las largas vacaciones de los colegiales sólo coinciden parcialmente con la de sus padres. Cierto que hay colonias o actividades extraescolares, pero a la hora de la verdad las familias que tienen la suerte de tenerlos recurren a los abuelos.

“Lo que es evidente es que en esos días las calles, jardines, las piscinas… están ocupados por abuelos con sus nietos lo que no deja de dar alegría a la ciudad. Está claro que a muchos abuelos están encantados de poder tener a sus nietos ello no es obstáculo para constatar que esta actividad no se contempla en las actividades económicas, aunque en caso de ausencia de abuelos los padres verían mermados considerablemente sus ingresos (sería bueno cuantificar lo que representa para la economía del país el voluntarioso trabajo de los abuelos).

Es de esperar que ningún ministro de economía se lo ocurra gravar esta actividad de los abuelos (pero mejor no dar ideas) pero sí que es bueno constatar que la sociedad se espabila para resolver ella solita sus problemas personales.

Como rezaba una camiseta de un niño “Mi abuelo me mima y a mi me gusta”.