A modo de despedida por la temporada estival que ya está encima, esta columna contiene una serie de recomendaciones dietéticas de especialistas en diversas disciplinas biomédicas, con especial protagonismo del doctor Pedro Mata, acreditado internista de la Fundación Jiménez Díaz y presidente de la Fundación Hipercolesterolemia Familiar. Son fáciles de seguir, nada engorrosas y, al poco tiempo, se perciben sus beneficios para el organismo. Lo notarán, no lo duden. Sin más preámbulos, estás son las sugerencias para encontrarnos mejor, bajando un poco el peso corporal.
— Hay que conocer cuál es nuestro peso ideal, y procurar mantenernos lo más cercano a él. Debemos conocer nuestro índice de masa corporal (IMC) e intentar no desviarnos excesivamente del intervalo óptimo que corresponde a cada persona. El Indice de Masa Corporal se utiliza para definir el estado ponderal de la persona, y se calcula a partir de la fórmula: peso(kg) dividido por la talla(metros ) elevado al cuadrado. Los expertos han consensuado que hay sobrepreso con un IMC de entre 25 y 30, y obesidad cuando el IMC es igual o superior a 30. Por ejempo, una persona que pese 90 kg y mida 1,80 metros tendrá un IMC de 27,7 y otra que pese 70 kg y mida también 1,80 metros, su IMC será de 21,6; es decir, perfecta.
— Es necesario conseguir un equilibrio entre las calorías que ingerimos con los alimentos y las que eliminamos. Si consumimos más calorías que las que gastamos, aumentaremos de peso. Así, hay que comer alimentos variados y saludables. Y, para ello, nada mejor que el sentido común a la hora de elegir los alimentos que nos benefician y rechazar los que pueden perjudicarnos. Y, siempre, teniendo en cuenta que hay muchos alimentos que tienen un elevado contenido calórico, pero se trata de “calorías vacías”, como las denominan los científicos y, por tanto, aportan escasos nutrientes al organismo.
— En este contexto, hay que intentar comer más cantidad de cereales integrales. Y si no la ha comido hasta ahora, pues empiece a hacerlo. La literatura científica subraya que los cereales enteros favorecen nuestra salud de un modo que no consiguen las harinas de granos refinados, ya que el refinado de los cereales elimina su contenido en fibra, así como de algunos nutrientes muy importantes.
— Frutas y verduras. No olvidar que los nutrientes y antioxidantes que contienen en su composición frutas y verduras, sobre todo crudas, ayudan a protegernos frente a numerosas patologías graves, como la enfermedad cardiovascular y el cáncer.
— Disminuir la ingesta de grasas saturadas. El contenido total de grasa puede ser entre el 30 y el 35 por ciento de la energía total, siendo la grasa saturada inferior al 10 por ciento y preferiblemente, inferior al 7 por ciento. Los poliinsaturados, deben ser inferiores a este último porcentaje y los monoinsaturados, entre el 15 y el 20%. Asimismo, el colesterol de la alimentación debe ser inferior a 300 mg/día. Hay que comer mayor proporción de carne de aves y pescado, tanto blanco como azul, ya que estos alimentos poseen un menor contenido en grasas saturadas y colesterol, si los comparamos con las carnes rojas. Por tanto, el exceso de grasas saturadas y colesterol no es bueno para el corazón ni tampoco para los vasos sanguíneos.
— El aceite de oliva, constituyente básico de la dieta mediterránea, es y debe seguir siendo la grasa culinaria fundamental de la dieta en España.
Los aceites vegetales especialmente el de oliva contienen ácidos grasos monoinsaturados, es decir ,»grasa buena», y no contienen colesterol. Además, nos proporcionan antioxidantes. Es preferible consumir aceite de oliva virgen.
— Sal y azúcar. Esta recomendación es especialmente importante. Hay que evitar el excesivo consumo de sal y de azcúcar. Por ello hay que conocer aquellas bebidas y alimentos que, en su composición, contienen sal o azúcar ocultos.
— Las frutas frescas o desecadas y los frutos secos son aperitivos sanos, siempre que se consuman en cantidades moderadas. Se evitarán los productos con mucho azúcar, sal, conservantes y grasas o aceites hidrogenados.
— El consumo moderado de bebidas alcohólicas es saludable para la mayoría de los adultos, excepto para los que pertenezcan a determinados grupos de riesgo (aumento de los triglicéridos, diabetes mellitus y enfermedad hepática, entre otras). Beber durante las comidas es más sano que hacerlo con el estómago vacío. Los vinos son más saludables que otras bebidas alcohólicas por su contenido en antioxidantes.
–Y todo esto, como no podía ser de otra forma, aderezado un ejercicio físico moderado todos los días y abandono total del hábito de fumar.
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