Los pasos contados de Sánchez

27/07/2018

Luis Díez.

Después de cuatro plenos extraordinarios y de otras tantas idas y venidas de sus señorías para cosa alguna que no sea gastar dinero público en viajes y dietas, el Congreso ratificó in extremis por 180 votos a favor frente a 130 nulos y en blanco el nombramiento de la otrora famosa presentadora Rosa María Mateo, de 74 años, como administradora del Ente RTVE por tres meses. Con el paro que hay entre las generaciones «mejor preparadas de la historia» parecería innecesario desjubilar a una persona de la Transición para que gestionar la hacienda electrónica, es decir, firmar pagos y cobros. Pero ni siquiera con una desjubilada de tanto prestigio y pluralidad consiguió el Gobierno accidental de Pedro Sánchez Pérez-Castejón atraer los votos de un PP que se remonta a la caza del urogallo como en los tiempos de Fraga Iribarne. «Y muy buenos tiempos que eran», dicen los partidarios de esa derecha neta, clasista, clásica y como Dios manda.

Del PP que votó en contra de Mateo no cabía esperar que aceptase la mejora de 6.000 millones de euros del techo de gasto admitido por Bruselas, con el fin, según la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, de para ayudar a los que peor lo pasan, la clase media y trabajadora. La flexibilidad de medio punto del PIB en materia de déficit público fue, de hecho, calificada por el portavoz conservador, el lucense Jaime Olano, de «artimaña tramposa para la campaña electoral». «No es para políticas sociales –afirmó–, sino para clientelismo improductivo». Podía haber dicho «para comprar votos», pero el concejal de Viveiro evitó ser claro. Tampoco de Ciudadanos se podía obtener un apoyo al techo de gasto para elaborar el Presupuesto de 2019 que, según su portavoz en la materia, el inspector fiscal Francisco de la Torre, supone «ocho subidas de impuestos», incluidas las cuotas a la Seguridad Social. Argumentó que «son unas subidas innecesarias porque la recaudación ha alcanzado el máximo histórico en todos los impuestos, menos en Sociedades, en los cinco primeros meses del año». Y previno que ese medio punto más del techo de gasto rebasa el crecimiento económico y puede salir caro si el BCE retira los incentivos, lo que ocurrirá pronto.

No fue sin embargo la derecha desalojada del Gobierno (el PP, apoyado por C’s) la que propició la derrota gubernamental, sino los aliados transformadores y republicanos del PSOE en la pasada moción de censura contra el periclitado Mariano Rajoy. Sin atenerse siquiera a los cien días de cortesía, los portavoces de Unidos Podemos, Txema Guijarro y Alberto Garzón, invocaron los orígenes de la regla de gasto, «la Ley de Estabilidad Presupuestaria, una infamia, hija de la reforma del artículo 135 de la Constitución», para anunciar su abstención ante la medida gubernamental para facilitar más financiación a las autonomías (2.400 millones), al sistema de pensiones y a otras necesidades sociales. Garzón llegó a argumentar entre líneas que Montoro era mejor que Montero cuando dijo que «el techo de gasto de 2015 era más alto que el que se nos propone ahora».

Los catalanes de ERC y el PEdCAT se esmeraron en destacar el crecimiento de la economía en Cataluña, superior al resto del Estado gracias a las exportaciones y al turismo y a pesar de las plagas anunciadas contra el referendo, cuando se decía que PIB catalán iba a caer un 30%. Para el republicano Joan Margall, el nuevo techo de gasto da un «respiro insuficiente» a la financiación autonómica y justifica la abstención. Para el independentista conservador Ferran Bell, Sánchez y Montero han pecado de ingenuos al no entablar «una negociación real» con ellos. Eso sin contar los históricos agravios de la Generalitat con el Estado: un déficit fiscal anual de ocho a once mil millones de euros.

En esta tesitura poco podía hacer el PNV para evitar la derrota del Ejecutivo. La portavoz vasca Idoia Sagastizabal anunció su voto favorable y recordó a sus colegas catalanes que la negociación real se produce sobre el Presupuesto. Aunque se esforzó en restar importancia al debate «macro», «especulativo», que de nada vale sin la concreción de la realidad, aceptó compartir el fracaso de una votación en la que el PSOE y el PNV se quedaron en 88 votos frente a 173 del PP, C’s, Bildu, UPN, CC y Foro Asturias, y 86 abstenciones de UP, ERC, PDeCAT y Compromís. Alguien en los pasillos recordaba que además de una famosa periodista desjubilada, Mateo era aquel recaudador de impuestos que lo dejó todo y siguió a Jesucristo porque hacía milagros. ¿Qué milagros podrá hacer Sánchez en septiembre para mantenerse en la Moncloa sin convocar elecciones? El serio aviso de sus supuestos aliados debería desanimarle a caminar sobre aguas turbulentas porque no está en la naturaleza de las cosas que pueda dar dos pasos.

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