Despedidas y reproches

29/06/2011

diarioabierto.es.

De un discurso sobre el Estado de la Nación, al menos en su estado actual, no espera uno grandes alegrías, pero entre lo anodino y lo hilarante al menos se convendrá que un término medio si podría encontrarse. Por ejemplo algo de garra dialéctica para no ofrecer una radiografía económica del país con el mismo tono que si al señor presidente le hubieran preguntado la lista de los reyes godos. Ya se sabe que no están los indicadores macro ni micro para presumir. Empero, relatados con ese gracejo consustancial, sólo cabía esperar que al día siguiente nos tuviera que rescatar no sólo la UE sino hasta el loado cuerpo de bomberos. El texto sonó a despedida y la réplica a continuo reproche. Uno se va y, lo que es más inquietante, el otro se queda. Todo tan ilusionante como las horas de espera en vísperas de una colonoscopia. De Rajoy, aparte de pedir elecciones que igual razón no le falta, poco más se puede extraer. Nada nuevo bajo el sol.

Del Zapatero saliente, a modo de un mandato capicúa, la coherencia de quien entró lleno de optimismo y nos deja pidiéndoselo a los demás. Debe ser que él está ya más que escarmentado. En mayo del 68 para ser realista había que pedir lo imposible, en la España actual para ser un optimista hay que ser un completo desinformado. Lo que, obviamente, lejos de ser criticable es una sabia medida de higiene mental. No se trata ya de que el paro se reduzca, que está muy bien que así sea, sino de mirar más allá del ombligo estadístico para ver qué empleo se crea y cuál se ha perdido de manera irreversible. En este bendito oficio del periodismo lo sabemos bien.

Por la misma puerta que salen redactores con experiencia, agenda y salario digno entran jóvenes por hacer en la profesión con sueldos de miseria. Difícil resulta no acusar de complicidad al Gobierno, aunque sea desde la buena voluntad, por haber abonado ese terreno en el que donde antes había un trabajador ahora hay un superviviente. Y lo peor es que estas cesiones no hay quien las recupere ni desde el optimismo ni desde la reedición del milagro de Fátima al calor de la visita del Papa Benedicto. El recorte salarial de los empleados públicos no se restituirá de una vez, tal y como se decretó, cuando se reactive la economía. Ni las indemnizaciones por despido dejarán de ser un saldo ni es previsible que ningún Gobierno compense el poder adquisitivo de los pensionistas mermado por la congelación de sus nóminas ¿O ha dicho algo Rajoy en sentido contrario? Por mejor decir ¿Ha dicho algo Rajoy más allá del quítate tú para ponerme yo?

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