Horizontes de mezquindad

09/08/2018

César Vacchiano.

Una de las diez mejores películas del oeste, rodada en la época dorada que unía la mejor tradición de guionistas en Hollywood con las innovaciones tecnológicas de la fotografía, se tituló en España “Horizontes de Grandeza”. Un clásico del buen cine, inspirador de la importancia de la convivencia frente al orgullo destructor que lleva de la visceralidad a la tragedia. Un referente para el título de estas líneas que pretenden atisbar el panorama que se nos viene encima, tras la ocupación del poder por el líder socialista más derrotado en las urnas de la historia del partido.

La vivencia personal de la reciente historia democrática de España, una memoria real para algo más de veinte millones de ciudadanos que recuerdan los avatares de la Transición, permite, además, una búsqueda de referentes ilustrativos del periodo que se modela, ahora, bajo las circunstancias de una crisis larvada en el tiempo y no resuelta desde las condiciones de liderazgo atribuibles al presidente Rajoy. Son veinte los meses que nos separan de las próximas elecciones generales, urdimbre del tejido político que nos plantea el presidente Sanchez, una vez alcanzada la manija electoral, conseguida precisamente con la promesa de convocar elecciones inmediatas.

Un periodo suficiente para reparar los daños, como ocurrió tras el 23F en momentos críticos para un partido, protagonista del cambio democrático que vio caer a un líder socavado por fuerzas menores, pero no despreciables, que en su propia formación y en la oposición concitaron su acción contra la persona y no contra sus políticas. La caída del presidente Suarez, retrasó la caída del partido veinte meses y preparó el cambio político que cierra la etapa de mayor reconocimiento internacional, promovida desde los escaños de un parlamento.

En esos veinte meses, vivimos el trauma de Tejero y sus compinches, la recurrencia del asesinato como argumento de ETA contra todos, el juicio de los golpistas con su coda de narcisismo informativo, la debilidad de una economía presta a combatir la inflación y lograr suministros de crudo mientras planeaba reestructurar sectores completos de nuestra industria. Visto desde hoy, un panorama crítico que sólo los viejos periodistas podrían detallar puesto que sólo ellos están en condiciones de recordar el juego de valores y deslealtades que tejieron las noticias de cada momento, las confidencias del ministro X, los titulares del diario Y o los reportajes de la revista Z. Tremendo.

Una figura, poco resaltada en el panorama del momento, merecedora de un rescate de nuestra historia fue el presidente Calvo Sotelo, disciplinado sucesor en la abdicación de Suarez, cuya determinación permitió abordar la limpieza de la pista de aterrizaje para un PSOE con valores. Sin duda el presidente de gobierno de mayor nivel intelectual en la historia de España, contando incluso al cardenal Cisneros y al conde de Aranda. Ser consciente de una llegada abrupta, de no contar con tiempo ni medios para evitar el desastre de su partido, de tener que conciliar la alineación con la NATO sabiendo que alimentaba la demagogia anti-OTAN, le llevaron como experto matemático a tener que resolver una ecuación diofántica de cuyas soluciones vivimos hoy. Nunca se agradecerá adecuadamente su calidad de ingeniero al llevar a la política la racionalidad y el rigor de su formación o sus inquietudes culturales.

Pero aterrizar, ahora, en los veinte meses que nos esperan con el presidente menos preparado de la historia de nuestros gobiernos, es una amenaza inefable; y traerlo a un párrafo contiguo al que contiene referencias de Leopoldo Calvo Sotelo podría ser causa de reprobación editorial. Es la expectativa de la incertidumbre, el simulacro de toda ocurrencia semántica labrada en sus laboratorios de corrección política; por respeto a los matemáticos sólo puedo definirlo como el logaritmo de Zapatero para caer en Iglesias.

No ser consciente de quien te soporta y depender de la cesión continua como paliativo garante de continuidad, conducirán sus propuestas a fronteras con la ilegalidad. Nunca una frase creada para convertirse en titular de prensa hizo tanto daño como la relativa al estatuto “que quieran” los catalanes. Habrá que agarrarse en las curvas que vienen, porque la alquimia de Sanchez supera a la de Zapatero.

La añoranza de los intelectuales que vinieron con el presidente Gonzalez hizo honor en la transición ideológica al valor de lo esencial. Ponga el lector homotecia entre los Boyer, Solchaga, Fernandez Ordoñez, Gómez Llorente, García Vargas, … y compárelos con el elenco de hoy. Sólo se salva Borrell. Lo veremos en pocos meses cuando la presión de quienes recogen las nueces haga innecesario seguir agitando el árbol. Hasta que los límites del cansancio impidan seguir esperando el beneficioso efecto de mentir y ver como cala la buena intención para presentar una convocatoria electoral que nos permita superar la obstrucción insolidaria de todos los contrarios al Gobierno.

Comparar los veinte meses de Calvo Sotelo con los veinte que nos plantea Sanchez para ganar en las urnas el poder que hoy paga con hipotecas, será muy interesante en el análisis de actores y comportamientos mediáticos. En aquel ciclo los informadores se acreditaban por el rigor interpretativo de sus confidencias; ahora son las cabeceras adscritas a personas o ideas las que pululan en busca de su supervivencia repartiendo cachetes y favores según corresponda en cada coyuntura. Sálvese cada uno de su currículo, cuídese del nombramiento espurio, revise su inexperiencia en el uso de lo público y diga la verdad, como se hacía antes, porque en política, no llega antes el que mas corre sino el que menos tropieza. Y los tropezones de este presidente, aunque ya no los cuente TVE, darán mucho que hablar mientras se construye un horizonte de mezquindad.

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